URUGUAY: Fernando Muslera; Guillermo Varela, José María Giménez, Diego Godín, Martín Cáceres; Carlos Sánchez (Nahitan Nández, 82´), Rodrigo Bentancur, Matías Vecino (Lucas Torreira, 59´), Cristian Rodríguez (Diego Laxalt, 59´); Edinson Cavani, Luis Suárez.
ARABIA SAUDITA: Mohammed Al-Owais; Mohammed Al-Burayk, Osama Hawsawi, Ali Al-Bulayhi, Yasser Al-Shahrani; Salman Al-Faraj, Abdullah Otayf, Taiseer Al-Jassam (Hussain Al-Moqahwi, 44´); Hatan Bahbri (Mohamed Kanno, 75´), Fahad Al-Muwallad (Mohammed Al-Sahlawi, 78´), Salem Al-Dawsari.
Ricardo La Volpe le contó al periodista Fernando Niembro una anécdota en la que a uno de los equipos que dirigió le planteó la analogía de un estadio de fútbol en relación a un ataque posicional: es más fácil derribarlo (replegarse y buscar el contragolpe) que edificarlo (atacar en campo rival con mucha posesión de pelota). Para lo último se requiere bastante tiempo, el activo que más escasea hoy en día en las selecciones nacionales. Por eso estamos viendo en este Mundial a países que batallan para generar ocasiones de gol tras hilar una larga secuencia de pases mientras su rival espera (o presiona arriba) para llegar al área en muy pocos toques.
Una de las mayores expectativas de Rusia 2018 es Uruguay porque el relevo generacional consta de futbolistas alejados del paradigma de la “garra charrúa”, pues tienen pies para elaborar ataques más pausados y correr acompañados de la pelota en lugar de perseguirla durante 90 minutos. Tal como acontece con Portugal, esto no corresponde a la filosofía de juego de su entrenador. El “Maestro” Tabárez se ha distinguido por ser muy práctico, de ataques muy simples. Entre la obligación y el deseo, él y Uruguay se están quedando a medio camino. Con el boleto a octavos ya en la mano, claro está.
Los árabes dieron una versión muy grata a diferencia de la inauguración frente a Rusia. Las ideas de Pizzi se pudieron llevar a cabo con mayor soltura, pero faltó una gran dosis de calidad individual que transfiriera la mejora colectiva hacia el marcador. Uruguay, tras sufrir ante Egipto, recurrió al plan de siempre, con “Cebolla” Rodríguez y “Pato” Sánchez como extremos a perfil natural. Tampoco dio resultado y Tabárez dio ingreso a Laxalt y Torreira a ver si encontraba algo de claridad al atacar. Para jugar a la contra se necesita lucidez para correr, lo que carecen ya los veteranos Edinson Cavani y Luis Suárez. Para atacar permanentemente en campo contrario, lucidez para pensar. A Uruguay le sobra iniciativa, le falta inventiva.
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