España llegó en una situación privilegiada al último partido de grupos. Ante Marruecos, eliminada, le alcanzaba una victoria para ser líder de grupo, pero en una nueva edición del repliegue y contragolpe contra el ataque posicional, las cosas volvieron a complicarse. España fió todo, nuevamente, al hombre que se ha convertido en seña y santo del fútbol que practican: Francisco ‘Isco’ Alarcón, y el merengue volvió a responder al reto con una naturalidad impactante.
Se apoderó del balón en cada acción española y tanto en salida como en campo contrario, fue infalible. Anotó el primer gol, en una brillante combinación con Andrés Iniesta y Diego Costa, en la que definió como auténtico nueve. Recibió cinco faltas; fue la única manera en la que el conjunto marroquí pudo frenarlo. Ante el bajo nivel de David Silva, además, Isco se ha adueñado del balón parado y lanzó hasta diez centros, que fueron rematados en cuatro ocasiones. Se implicó en defensa realizando tres intercepciones y dos robos, además de que venció en 14 de 17 duelos disputados. Su mágico regate triunfó una noche más con cuatro completados en cuatro intentos. El empate aseguró el primer lugar para España, que debe mejorar defensivamente, pero mientras tanto, Isco sigue a lo suyo. La pelota siempre al 22.
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