MÉXICO: Guillermo Ochoa; Edson Álvarez, Carlos Salcedo, Héctor Moreno, Jesús Gallardo (Marco Fabián, 65´); Héctor Herrera, Andrés Guardado (Jesús Manuel Corona, 75´); Miguel Layún (Oribe Peralta, 89´), Carlos Vela, Hirving Lozano; Javier Hernández.
SUECIA: Robin Olsen; Mikael Lustig, Victor Lindelöf, Andreas Granqvist, Ludwig Augustinsson; Viktor Claesson, Sebastian Larsson (Gustav Svensson, 57´), Albin Ekdal (Oscar Hiljemark, 80´), Emil Forsberg; Ola Toivonen, Marcus Berg (Isaac Thelin, 68´).
95 minutos de mexicanidad pura. Las alegrías no saben a nada si no hay un montón de sufrimiento detrás. “Sin dolor no te haces feliz”, recita la letra de una canción de la banda chilena La Ley que, años después, acompañó la mexicana Ely Guerra. Eso es México, cuya selección estuvo a punto de hacer historia como la primera en la historia que con 6 puntos no califica a octavos de final en una Copa del Mundo. No ocurrió porque, por más que el mexicano insista en el optimismo, en la motivación y el esfuerzo para salir adelante, la suerte juega un papel muy importante. Y a México le está saliendo todo.
Suecia era el equipo obligado a sacar el resultado y, no obstante las probabilidades, era el menos presionado. El peculiar temperamento de esta selección azteca, que en los Mundiales se ha distinguido por quedarse tendida en el cuadrilátero al primer golpe en un todo o nada, permitía a los suecos jugar con su plan de siempre, obligando a México a jugar en su peor contexto para esperar el error que suele hacer y capitalizarlo. Ninguno movió nada en relación al partido anterior, lo que en el campo le terminó dando la razón a la lectura que hizo el conjunto europeo sobre cómo se desarrollaría el encuentro.
Los mismos problemas que adoleció el sistema de Juan Carlos Osorio frente a Corea se presentaron. La creatividad de Héctor Herrera, la lucidez de Carlos Vela, el juego de espaldas de Javier Hernández y el atrevimiento de Hirving Lozano fueron entorpecidos por la calidad técnica y la mala toma de decisiones de Jesús Gallardo, Edson Álvarez y Miguel Layún, quienes nulificaron cualquier ventaja que sus compañeros habían generado segundos antes. Suecia no tuvo que forzar el error para contragolpear, solo esperarlo y luego recurrir a las conducciones hacia adentro de Forsberg y el juego aéreo de Ola Toivonen. Durante 45 minutos se toparon con la muralla Ochoa, posteriormente derrumbada al fin.
Las dos situaciones de juego que la Era Osorio les ha prestado más atención, la pelota detenida y la defensa de los servicios al segundo palo, nunca jugaron tan en contra de México como hoy. La superioridad sueca a balón parado y, especialmente, la espalda de Edson Álvarez que tenía que dejar desatendida por los cierres que debía hacer debido a los manos a manos en el área, acabaron con el júbilo que México transpiraba en la Copa del Mundo y lo convirtieron en el martirio de toda la vida. Corea del Sur hizo el favor y derrocó a Alemania, ahora México tendrá que enfrentarse contra su propio destino en octavos de final.
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