Dentro de que todos los jugadores del planeta sueñan y se preparan para jugar una Copa del Mundo, los últimos meses para Paolo Guerrero debieron ser infernales. Debido a un problema de doping, el experimentado delantero peruano no pudo ayudar su selección en la repesca intercontinental contra Nueva Zelanda y estuvo a punto de perderse la que seguramente había sido su última oportunidad de disputar un Mundial (ya tiene 34 años). Además, estamos hablando de una leyenda del fútbol de Perú que entre sus goles, la importancia táctica que tiene recibiendo juego directo o jugando de espaldas y el liderazgo que demuestra fue absolutamente clave para entender los motivos por los cuales su país ha regresado a la fiesta grande del balompié mundial después de 36 años de ausencia.
El caso es que Guerrero llegó a Rusia sin un ritmo competitivo óptimo y eso se notó tanto en su suplencia en el debut contra Dinamarca como en el partido contra Francia en el que fue fácilmente controlado por los centrales rivales. Esto tuvo mucho que ver en que Perú estuviera sin opciones de clasificarse a los octavos de final después de dos jornadas por más que dejara grandes sensaciones a nivel juego. Pero, dentro de todo lo injusto que puede llegar a ser este deporte, los comandados por el experimentado argentino Ricardo Gareca y el propio Paolo terminaron logrando sus goles y su victoria para despedirse con todavía más honor de Rusia. Además, no fue casualidad que, finalmente contando con una versión imponente de Guerrero, el conjunto sudamericano necesitara solamente cuatro intentos de remate para marcar dos goles a Australia, especialmente considerando que la “ausencia” (ya sea de presencia o de nivel) del delantero en los partidos contra daneses y franceses resultó en cero anotaciones en 27 intentos
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