Una vez más, el medio futbolístico nacional está mucho más concentrado en el show que en los compromisos que exigen auténtica atención. Aunque pasar los días y las horas pensando en el partido entre Manchester United y Chivas se presenta como una muy tentadora oferta, considero que la atmósfera dista mucho de estarle prestando la atención debida a la ida de las Semifinales de Copa Libertadores, duelo en el que el Rebaño definirá en buena medida sus posibilidades de alcanzar la batalla final por el título de la máxima justa continental a nivel de clubes. Es la batalla entre el instante y el mediano plazo. Para efectos mediáticos, la fiesta de la inauguración del estadio OMNILIFE está por encima del duelo ante la U de Chile, pero para efectos deportivos, acceder a la final significaría estar a las puertas de una de las páginas más exitosas de nuestro balompié.
El periodo postmundial entrega un panorama de absoluta incertidumbre. Conocemos a Chivas. Sabemos que a últimas fechas hace más con menos y que ha sabido atenuar las consecuencias de las decisiones de Jorge Vergara a partir de un estiramiento de las posibilidades colectivas. ¿Es el Guadalajara el mismo equipo hoy al que era antes de la Copa del Mundo? No, lo percibo más débil en el ataque, echado a su suerte y confiando en lo que pueda hacer o no Omar Arellano sobre el rectángulo verde. Por más que Omar Bravo no estuviera en su mejor momento, significaba una cuota goleadora que contribuía a olvidar, aunque fuera en cierta medida, la explosividad otorgada por la presencia de Javier Hernández. Ahora, Bravo estará, pero con la mente puesta en otro lado.
Por hoy, a unas horas del enfrentamiento, espero que los jugadores del Guadalajara dejen de lado el alboroto que se respira por la próxima apertura del estadio OMNILIFE. Ante los chilenos, el Rebaño deberá ser inteligente. La clave de los duelos de Libertadores en casa, aunque sea en realidad la del acérrimo rival, estriba en atacar sin perder la calma, en ser cazador sin olvidar que muy fácil pueden convertirte en víctima.
Que Chivas juegue en el Azteca no me parece tan grave como a otros. Es cierto que es la casa del América, pero también que siempre se le ha considerado más propiedad del futbol mexicano y que, al menos en este caso, los que tendrían que sentirse humillados son los emplumados, a quienes el Rebaño presumirá en pleno rostro un éxito internacional que resulta envidiable para una escuadra que navega entre la mediocridad y la barata construcción de ilusiones.
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