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jueves, 8 de julio de 2010

Frialdad en la furia

El valor de ser inteligente en medio de la calentura. España es la fuerza, el coraje, la garra y el corazón indomable de Puyol. También es el talento de Villa, el espíritu salvador de Casillas y el desequilibrio de Iniesta. Pero eso no era suficiente para derrotar a Alemania, la que mejor se había mostrado a lo largo de la máxima justa balompédica del orbe. La verdadera clave para el histórico triunfo ibérico estuvo en conducirse bajo una pasión controlada, en sumergirse en un estado de templanza ante el monumental escenario que tenían frente a sí, en adoptar la serenidad inalterable de Vicente del Bosque, ese que alguna vez fuera despedido del Real Madrid por no generar escándalo y portadas para los merengues.
En una competencia de tan alta envergadura, la enjundia se disfraza de imprecisión. Las piernas, urgidas de llenarse de gloria, con suma facilidad terminan dictando sus propias órdenes, ignorando las que emanan del cerebro. Estar a unos minuto de la final de la Copa del Mundo es una tentación tan peligrosa como los ojos de una Medusa a la que, si decides contemplar, acabará convirtiéndote en piedra, llevándote a un estado de eterna inmovilidad.
El partido no fue lo que la gran mayoría deseaba. Los propios españoles habían imaginado una batalla mucho más dramática de lo que resultó. España hoy fue tan capaz de soportar la tensión del encuentro que supo sobreponerse a la ansiedad que genera haber dominado sin hacer daño durante el primer tiempo. La Roja tuvo la pelota, la paseó, buscó una y otra vez con sus principales armas ofensivas. Perdió el control del partido. Daba la sensación de que Alemania podía reeditar los venenosos momentos que provocaron el llanto de Maradona. Pero ahí estuvo la calma impensable de los ibéricos, el temperamento atípico del inexperto semifinalista ante el nerviosismo inusual de la potencia histórica.
El devenir del cotejo no fue del agrado de los productores hollywoodenses. Ellos requieren más sangre, más emoción en ambas porterías y más estado de emergencia en el que finalmente termina ganando. El filme de hoy en Durban tuvo un estilo a la Del Bosque, mucho menos palomero, muy a la usanza del padre de familia que pone cara diplomática ante las más grandes alegrías, y mucho más efectivo para el balompié actual.
Alemania hoy dejó de ser la máquina perfecta del duelo contra Argentina. Los pases que nunca fallaba, hoy los falló. La contundencia que casi siempre tuvo, salvo en el duelo contra Serbia, hoy la extrañó. El orgullo feroz tatuado por siempre en la camiseta teutona hoy fue poca cosa ante Puyol y una zaga que ya hubiera querido la seguridad del estadio para impedir el acceso al par de colados que pisaron una cancha que no los esperaba.
Las emociones a granel tendrán que esperar. En una semifinal de Copa del Mundo, el espectáculo puede significar desorden y caos. Del Bosque y los suyos no quisieron eso… Ah, por cierto, las predicciones acertadas del pulpo Paul son la cereza de un pastel que nunca olvidaremos.

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