Emplear su propia forma de concebir el futbol para hacer llevadera una derrota es una equivocación que acarreará graves consecuencias al balompié argentino. Soberbios hasta en la humillación, aficionados, jugadores y técnicos argentinos, al menos en su gran mayoría, se atreven a pensar que Alemania les pasó por encima porque los teutones son mecánicos, disciplinados, y ellos artistas que construyen grandes obras en soliloquio. Su “alma” creativa la perciben como la razón del tropiezo, en vez de reconocer que el rival les pasó por encima con una manifestación futbolística espectacular, efectiva y arrolladora.
Por más que intento justificar que un futbol que ha sido dos veces Campeón del Mundo reciba con gran alegría a una escuadra que acaba de arrastrar el prestigio en cuartos de final y que fue ayudado por el árbitro en los octavos de final, no encuentro argumentos para aprobar su actitud. Si en México exageramos en las críticas hacia Hugo Sánchez, en Argentina, se van al extremo de buscar explicaciones rebuscadas a lo que en realidad se limita a una incapacidad táctica y estratégica de alguien que no tiene ni tuvo la suficiente preparación para asumir las riendas de un equipo plagado de individualidades, pero destinado al fracaso sin la unión de sus piezas.
A Maradona lo han encumbrado a un grado tal que no les cabe en la cabeza que este hombre que ya antes había perdido en el terreno de la vida pudiera fracasar sobre el rectángulo verde. Incluso después de una de las más dolorosas experiencias del futbol pampero, están quienes aseguran que el error de Diego fue haber confiado excesivamente en la capacidad técnica de sus jugadores. Un estratega que hace eso, no está valorando a los jugadores, está reduciendo este deporte a una actividad cascarera digna de las calles, pero no de una Copa del Mundo.
Ir contra veinte mil personas y otros más que hubieran querido acudir a recibir a la Selección Argentina no es poca cosa. Aún así, corro el riesgo y me atrevo a decirles que están muy equivocados. Maradona no es el técnico adecuado para su representación. Sabe menos que la gran mayoría de estrategas que participaron en la máxima justa balompédica del orbe y echó a su suerte a jugadores que debieron estar bien cobijados para que de verdad el Mundial de Messi terminara siendo el de Messi.
Ser artista es ser creativo, distinto, mágico con la pelota. Ser irresponsable es pensar que la táctica y la estrategia no hacen falta en un futbol tan competido como el de los tiempos que discurren.
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