Francia: Hugo Lloris; Benjamin Pavard, Raphaël Varane, Samuel Umtiti y Lucas Hernández; Corentin Tolisso (Blaise Matuidi, 78’), N’Golo Kanté y Paul Pogba; Antoine Griezmann (Nabil Fekir, 70’), Kylian Mbappé Lottin y Ousmane Dembélé (Olivier Giroud, 70’).
Australia: Mathew Ryan; Josh Risdon, Trent Sainsbury, Mark Milligan y Aziz Behich; Mile Jedinak y Aaron Mooy; Mathew Leckie, Tom Rogic (Jackson Irvine, 72’) y Robbie Kruse (Daniel Arzani, 84’); Andrew Nabbout (Tomi Juric, 64’).
Desde que ha empezado a producir jugadores de absoluta talla mundial para todas las líneas en cantidades industriales en los últimos años, Francia cuenta con una de las plantillas más talentosas de todo el planeta. El tema es que desde que el delantero Karim Benzema dejó de ser una opción, a los franceses les viene costando muchísimo encontrar un sistema de juego que los haga jugar bien de manera mínimamente continua. No hay garantías competitivas. Sin ir más lejos, fue así durante casi toda la trayectoria hasta el subcampeonato continental en su casa hace dos años y en el periodo clasificatorio para la Copa del Mundo de Rusia. Es por eso que no sorprende que los comandados de Didier Deschamps hayan sufrido tanto para superar a la competitiva Australia en su debut en territorio ruso este sábado. Tanto que acabó siendo necesario un gol de rebote en una jugada aislada para que Francia se impusiera.
“El mediocentro N’Golo Kanté volvió a recuperar una cantidad absurda de balones, cosa que hizo que Australia atacara menos de lo que la terrible actuación de Francia ha posibilitado (también clave el joven lateral izquierdo Lucas Hernández para contener las carreras del extremo derecho Mathew Leckie)”
En 4-3-3 sin laterales de perfil ofensivo, con el interior Paul Pogba dejando una imagen bastante fría y sin que sus delanteros fuesen capaces de conectarse, Francia completó contra los australianos una de sus típicas actuaciones decepcionantes que caracterizan el ciclo de Deschamps desde el adiós de Benzema. Después de un arranque en que los Bleus buscaron mucho ritmo ofensivo intentando verticalizar cada intento de ataque, les volvió a faltar todo con el balón: la circulación de balón fue espesísima y básicamente no hubo fluidez o continuidad ofensiva. Todo esto, además del hecho de que los franceses no presionaron el primer pase rival en una clara demostración de que no les gusta tener tanta posesión, posibilitó que Australia viviera cómoda mientras ganaba confianza con el transcurrir de los minutos, con algunas de las piezas más importantes para su funcionamiento dando pasos adelante dentro del partido.
“Aaron Mooy completó un partido consagratorio en Kazan; a sus recuperaciones de balón y pases de control también ha sumado la amenaza a balón parado que fue el mayor peligro de Australia en el partido (fue así llegó el 1-1, sin ir más lejos)”
En este sentido, especialmente destacable fue el rendimiento ofrecido por los centrales Trent Sainsbury y Mark Milligan y por el interior Aaron Mooy. Los tres aprovecharon los problemas ofensivos del adversario para imponerse sin balón sumando muchas acciones defensivas correctas al mismo tiempo en que Sainsbury y Mooy utilizaron la libertad ofrecida por Francia para ofrecer descanso con el esférico para Australia, una selección que jugó todo su ciclo hasta Rusia con la idea de tener la posesión bajo el mando de Ange Postecoglou por más que haya llegado al Mundial con el pragmático holandés Bert van Marwijk en el banquillo. Al final, el escenario del partido se mantuvo a lo largo de los 90 minutos, con Francia sin saber muy bien cómo ha terminado imponiéndose (ganó porque es infinitamente superior individualmente) mientras Deschamps substituía al delantero Antoine Griezmann de manera insólita con el 1-1 en el marcador.
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