BRASIL: Alisson; Fágner, Thiago Silva, João Miranda, Marcelo; Paulinho (Roberto Firmino, 68´), Casemiro, Philippe Coutinho; Willian (Douglas Costa, 46´), Gabriel Jesus (Fernandinho, 90 + 3´), Neymar.
COSTA RICA: Keylor Navas; Cristian Gamboa (Francisco Calvo, 75´), Johnny Acosta, Geancarlo González, Óscar Duarte, Bryan Oviedo; Johan Venegas, Celso Borges, David Guzmán (Yeltsin Tejeda, 83´), Bryan Ruiz; Marco Ureña (Cristian Bolaños, 54´).
La frase “las distancias se acortan” es dicha en cada competición de selecciones hasta el hartazgo, pero no la hace menos cierta. La globalización ha logrado que el conocimiento del juego no esté depositado solamente en unas cuantas mentes maestras que lo confían a sus discípulos. Esta Copa del Mundo nos ha enseñado que el ataque posicional, más que un gusto, es una necesidad. Los sistemas defensivos que los equipos débiles han diseñado para equiparar fuerzas contra las potencias cada vez son más complejos y eficientes. Si terminan por fallar, como le ocurrió a los ticos, no es por fallas estructurales, sino por agotamiento. Combatir al talento, imprevisible, desgasta.
Brasil volvió a atascarse ante un rival que le cedió por completo el balón. Con Tite volaban en las eliminatorias al grado de funcionar con el piloto automático. La ausencia de Dani Alves y las lesiones de Renato Augusto y Neymar, no obstante, obligaron a realizar unas modificaciones al sistema. Y ahí es cuando Philippe Coutinho lo usurpó. De tener un papel secundario como extremo derecho, el del Barcelona ahora es protagonista desde el interior izquierdo en detrimento de la sociedad que han construido durante años Marcelo y Neymar. Esto ha traído como consecuencia que Paulinho tenga que hacer más cosas aparte de rellenar el área y entregar su posición de partida para que los virtuosos la ocupen.
El 5-4-1 de Costa Rica es cuatro años más maduro. Las tres Champions consecutivas de Keylor Navas han hecho que quienes lo quieran superar vean su arco muchísimo más pequeño, como también ven la portería contraria los propios centroamericanos porque ya no amenazan tanto al contragolpe como en Brasil 2014, cuando Joel Campbell sembraba hectáreas de terror. Su plan se vino abajo cuando entró Douglas Costa por Willian y a base de su insistencia en el mano a mano sacó a Brasil del embotellamiento y los puso en una autopista para meter quinta. La moraleja es que el fútbol tradicional se está pareciendo más y más al fútbol sala. Y Roberto Firmino juega como un ‘pívot’.
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