DINAMARCA: Schmeichel, Dalsgaard, Kjaer, Christensen, Larsen; Delaney, Schone; Eriksen, Poulsen (Braithwaite 59′), Sisto; Jorgensen (Cornelius 68′).
AUSTRALIA: Ryan; Risdon, Sainsbury, Milligan, Behich; Aaron Mooy, Jedinak; Leckie, Rogic (Irvine 82′), Kruse (Arzani 68′); Nabbout (Juric 75′).
En la segunda jornada de la fase de grupos aparecen necesidades evidentes. Australia tenía una muy clara: ganar a Dinamarca para aspirar a clasificar a octavos. Sin embargo, la selección dirigida por Bert van Marwijk no pudo empezar de la peor forma, debido a que encajó un gol en los primeros minutos del encuentro fruto de una buena combinación de toques que acabó con una sutil dejada del delantero danés Nicolai Jorgensen para que Eriksen, estrella del equipo, destrozara la red con una espectacular volea.
Sin embargo, el plan de los chicos de Bert no cambió. Balones largos, segundas jugadas, presión alta, llagadas de segunda línea y mucho ritmo desde las bandas con grandes versiones del centrocampista Aaron Mooy y el extremo derecho Mathew Leckie. Australia tuvo premio y, de nuevo gracias al VAR, el árbitro español Mateu Lahoz señaló un penalti por una mano de Poulsen que Jedinak, el hombre con los nervios de acero que le dio a Australia el pase al mundial con un Hat-trick ante Honduras, transformaría como en el primer partido ante Francia. Con sus armas, Australia seguía viva ante una Dinamarca que cuando lograba encontrar a Schone-Delaney-Poulsen hacía daño a una física y lenta defensa australiana que no lograba anticiparse ante la velocidad de los toques daneses que, sin embargo, carecían de precisión en los metros finales para suministrarle balones a su delantero Jorgensen.
Eriksen estuvo algo desdibujado. No rompió al espacio, sus funciones se basaron en iniciar transición dando pases de seguridad para activar el contragolpe, con intervenciones en estático dando clarividencia al juego, pero más allá de su brillante anotación, no fue una amenaza para el arquero Ryan ni merodeó excesivamente el área australiana. Del extremo del Celta, Pione Sisto, sí hubo noticias, aunque no termina de pesar lo que debería. En líneas generales, la defensa de Australia logró ganar duelos y mostrarse sólida ante la falta de ideas de una Dinamarca que llegó a perder el balón y apostó por poner un poste en punta como Cornelius para activar el juego directo. Australia siguió intentándolo mediante balones aéreos y mucha intensidad pero sin llegar a encontrar un premio definitivo en un partido en el cual la selección oceánica transmitió más peligro que dominio.
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