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martes, 29 de junio de 2010

El enfermo México de siempre

Encontrar palabras desconocidas para las tragedias conocidas se dificulta. Ayer, después de caer por errores propios y ajenos ante una Argentina que es mucho menos peligrosa de lo que todos creen, pensé en escribir largo y tendido sobre el partido, en desahogar mi frustración de aficionado y mi análisis de profesional a través de ese espacio de pública intimidad en que se ha convertido mi blog. Lo intenté, empecé a teclear la primera palabra y mejor opté por hacer los diez puntos y por guardar la reflexión, al menos por la vía escrita, para un amanecer en el que el Mundial parece extraño, en el que uno sabe que hay calidad, pero ya no esa ilusión generada por la actuación de tu equipo nacional.
Pienso en el error del árbitro. Grave pifia que demuestra lo retrógrada del futbol. La FIFA sólo ha evolucionado donde le ha convenido. No le importa traicionar sus principios cuando se trata de negocio, pero cuando se propone alguna medida para volver más justo lo que con frecuencia es injusto, se pone una venda en los ojos y cierra la boca. Con la herida fresca, considero que los árbitros tendrían que poder apelar a la tecnología para posiciones adelantadas que derivan en gol y en el caso de disparos en los que no se alcanza a definir si el balón superó o no la línea de gol.
Una vez que termino de pensar en el silbante y la tecnología, me siento insatisfecho. Encontrar responsables no basta. Me siento fastidiado del México estancado en el hubiera y en la falacia del borrón y cuenta nueva. Me siento tentado a escribir que urge una limpia en la FMF, que ese es nuestro verdadero nivel y que es imperativo que se larguen las televisoras del futbol mexicano. Decido resistirme a hacer lo de siempre. Sé que Televisa nunca va a soltar su negocio, que TV Azteca ya se acostumbró a ser la segunda en el poder e incluso que sin la economía de estas dos empresas detrás, quizás nuestro balompié estaría escalones más abajo de lo que hoy se encuentra.
En cuanto a Justino y Decio, a quienes todos pretenden correr, tampoco me parece que sea una solución. Son dos mercenarios que, al menos en privado, se sinceran y reconocen que lo importante de la pelota es el dinero y que a ellos les encargaron (Azteca y Televisa) entregar una Federacion Mexicana rebozante de utilidades. Lo han cumplido y sus jefes están contentos. Aún así, su continuidad no está segura, pues el acuerdo entre el duopolio televisivo es que para el siguiente ciclo mundialista, a menos que Azcárraga decida lo contrario, la fórmula se invertirá, y ahora la FEMEXFUT será dirigida por una dupla ligada a TV Azteca y por una, en materia financiera, directamente involucrada a Televisa. Si se van, me queda claro, no será por no alcanzar el quinto partido, sino porque a priori se pusieron de acuerdo para seguir ostentando el poder de la mina de oro que es el futbol.
Si vamos a fondo, hemos de ser honestos y reconocer que quienes dirigen los hilos del fútbol mexicano son los primeros preocupados porque la Selección gane. No por el ámbito deportivo, que les importa un comino, sino porque entre más lejos llegue la Selección, más rápido será el proceso de engorda de sus bolsillos. Por más antipopulista que suene, quitar a Justino y a Decio no entrañaría por fuerza una evolución de nuestro balompié.
Y como cada ciclo mundialista, también pedimos la cabeza del técnico. Esta vez ni falta hace: él se quiere ir. Aguirre se va en medio de mentadas de madre por haber antepuesto su amistad con el “Conejo” que la calidad en el arco tricolor; por haber apostado por el “Guille” a partir de las órdenes de Carlos Hurtado y por haberse enemistado con Guardado por caprichos y oscuras intenciones. Polémico sí, con decisiones inexplicables, sí, pero nada diferente a la convocatoria del “Cadáver” en el 94, a la pelea de Hugo Sánchez con Mejía Barón, a la no convocatoria de Cuauhtémoc en Alemania 2006, al llamado de Rafael García para la misma Copa del Mundo y a muchas otras decisiones que maldecimos con los años en ese afán por construir los intrascendentes terrenos del hubiera.
Vivimos inmersos en lo de siempre. Los cambios no realizados, la estupidez de Osorio, la ineptitud del árbitro, los partidos de quinto patio que se organizan en Estados Unidos, los intereses de promotores, la afición villamelona. No sabemos otra cosa, no pensamos en evolucionar. Nos hemos acostumbrado a ser mediocres y a destruir en vez de proponer.
Si algo me queda claro es que o cambiamos o continuaremos en la tediosa medianía. Pongamos como objetivo modificar nuestra actitud. Pensemos en cambiar nuestros hábitos al informar, al consumir, al jugar y al realizar cualquier otra actividad de vida. Porque hoy, francamente, me da mucha flojera leer y pensar en lo mismo de siempre.

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