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martes, 20 de julio de 2010

Nery, el héroe express

Juzgar a Nery sin apasionamiento de por medio es demasiado complicado. No por aquella presunción hoy inválida de estar en Europa. Tampoco por el desplome de su actividad futbolística a lo largo de los últimos tiempos. Hablar de Nery es difícil porque a la ya de por sí natural subjetividad del balompié debe sumársele la escasez de argumentos para decir si es o no un elemento con la capacidad para ser algo más que un boom mediático y una esperanza utópica de salvación para un futbol tan urgido de triunfos como el nuestro.
De Nery se sabe no más que unas cuantas realidades y muchos mitos. Sus condiciones son atípicas para el futbol mexicano. Un jugador rápido, explosivo, con extraordinario cambio de velocidad y con una capacidad de concreción destacada. Sin embargo, el talento no basta cuando enfrente están los fantasmas internos de una persona que no supo manejar correctamente el paso abrupto a la fama y que, en una mala jugada de la vida, ha tenido que soportar los tragos más amargos de la vida.
Siempre he sido escéptico respecto a lo que Castillo significa para el futbol mexicano. Fui uno de los muchos que aplaudió su andar durante la Copa América. Se convirtió en un diferenciador sobre el terreno de juego. Los rivales desconocían su capacidad y se vieron sorprendidos, pero una vez que lo identificaron, Nery poco a poco fue desapareciendo hasta desplomarse al mismo ritmo que la Selección en dicho certamen.
Si a la ya mencionada falta de tiempo para afirmar o negar si estamos ante una extraordinaria realidad para el futbol mexicano sumamos lo que ha ocurrido con él a lo largo de estos años, el panorama es desolador. La extraña mentalidad del mexicano -lo digo aunque seguro me generará uno que otro cuestionamiento- permite que los aficionados sigan viéndolo como una solución. Caso contrario sería si el jugador con inactividad fuera uno realmente apegado al medio futbolístico nacional. Nery puede ausentarse y seguir siendo, incluso, candidato de la fanaticada a vestir la camiseta nacional. Si cualquier otro lo hiciera, entonces sí se hace un drama y la inconformidad de la gente.
Castillo, como cualquier otro futbolista, tiene el beneficio de la duda. No más. Sé que la sensación de construir reyes tuertos en tierra de ciegos es seductora, pero aprendamos a ser exigentes y cautos. Imagino y repruebo que después de dos o tres partidos destacados en la MLS, todos estarán pidiendo a gritos su llamado, hablando del gigante despierto y de lo mucho que se perdió Javier Aguirre al no llevarlo a la Copa del Mundo.
Aprendamos a dar la justa dimensión a las cosas. Nery hoy en día es un jugador devaluado, sin actividad y con algunas condiciones llamativas. Si brilla en dos o tres enfrentamientos, será un futbolista que empieza a renacer, pero no un insustituible ni nada por el estilo para la Selección Mexicana. Para eso, deben hacer falta más que dos o tres desbordes espectaculares.

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