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domingo, 15 de julio de 2018

Francia campeón en Rusia 2018

FRANCIA: Hugo Lloris; Benjamin Pavard, Raphael Varane, Samuel Umtiti, Lucas Hernández; Paul Pogba, N’Golo Kante (Steven N’Zonzi, 55´), Blaise Matuidi (Corentin Tolisso, 73´); Kylian Mbappé, Olivier Giroud (Nabil Fekir, 81´), Antoine Griezmann.

CROACIA: Danijel Subasic; Sime Vrsaljko, Dejan Lovren, Domagoj Vida, Ivan Strinic (Marco Pjaca, 81´); Luka Modric, Marcelo Brozovic, Ivan Rakitic; Ante Rebic (Andrej Kramaric, 71´), Mario Mandzukic, Ivan Perisic.

Hace cinco años Paul Pogba, Samuel Umtiti, Florian Thauvin y Alphonse Areola experimentaron la inigualable sensación de ser campeones del mundo en la categoría Sub-20 en Turquía. Esa selección dominó el certamen a través de una superioridad física aplastante aderezada por individualidades técnicas que conformaron un equipo invencible exigido solamente en su primer partido ante Estados Unidos y en la final que Uruguay llevó a la tanda de penales. Ahora en Rusia 2018 la selección mayor repitió esta fórmula que no empalaga los paladares del buen fútbol pero que ha tenido una efectividad incontestable.

Ambos países salieron al campo con su cuadro de gala, el cual encontraron sobre el camino de la fase de grupos, pues es muy raro que un finalista del Mundial llegue a esta instancia sin haber cambiado de planes. Las dudas entonces estaban en la estrategia tanto de Didier Deschamps como de Zlatko Dalic, y los minutos iniciales hicieron ver que, tal vez basado en el orgullo y la esperanza de dar la campanada, el plan del entrenador croata fue muy superior al del francés. A pesar de contar con un día menos de descanso y tres tiempos suplementarios en las piernas, la revelación de la Copa del Mundo fue a presionar desde el inicio a la gran favorita.

No importaba que Mbappé tuviera casi cincuenta metros para correr hacia la portería de Subasic ni el cansancio, Croacia entendió que la única posibilidad de aspirar a la hazaña era ser valiente y sorprender a su contrincante con esa postura. Aunque desde la pizarra fuera el mejor escenario para Francia, el ímpetu de los Vatreni acabó por someter a los galos en su propio campo, sin hallar manera alguna de encontrar a su 10 en transición. La fe del pueblo croata estaba depositada, de nueva cuenta, en el sector derecho de Modric, Vrsaljko y Rebic, sin olvidar las grandes intervenciones aéreas de Lovren que borraron del partido a Giroud.

Durante el Mundial, el ataque posicional de Croacia se había distinguido por ser tan predecible con los servicios al área de sus laterales Strinic y Vrsaljko, sin embargo, su animosidad les llevó a encontrar claridad en caminos distintos para llegar al gol, mismos que fueron obstaculizados por un brillante Umtiti, siempre atento a las coberturas y los cierres milagrosos que ayudaron bastante a Varane, que por primera vez, en una de tantas finales de su joven pero a la vez experimentada carrera, dejó dudas a su alrededor. Francia no sabía cómo defender, dónde esperar la pérdida de balón de Croacia y cómo empezar el ataque hasta llegar a Mbappé. Pero en Rusia las oportunidades le han llegado, en su mayoría, sin buscarlas con tanto empeño. A Mandzukic le ganó el corazón y no supo dirigir su desvío del tiro libre de Griezmann: de la nada, Francia ya ganaba 1-0.

Croacia fue la primera selección en llegar a la final luego de llegar a la prórroga en todos sus partidos de eliminación directa y, no obstante, fue aquí cuando sus ataques tuvieron mayor lucidez. Un amague en un tiro libre a favor para descifrar la trampa francesa en busca del fuera de lugar, el posterior envío pasado que la eludiera y una serie de cabezazos que concluyó en una impecable definición de Ivan Perisic. La sorpresa era muy probable y los franceses lo sabían porque sus rostros mostraban, por primera vez en Rusia, desesperación. Reconocían que nada del sistema que los condujo a la final estaba funcionando y seguían en pie gracias al favor de Mandzukic. Luego, otro favor enemigo lo puso todo de cara.

Por un pequeñísimo instante el mismo Perisic se desconectó del juego y, con intención aunque sin premeditación, sino como acto reflejo, interpuso su mano a la trayectoria del balón en otra jugada a balón parado. Néstor Pitana, siempre en su afán protagonista, le añadió un drama innecesario a la final que, con la anotación de Griezmann, hundió anímicamente a Croacia. En esos minutos que pasaron del reclamo del penalti hasta el exitoso remate de Antoine hubo mucho desgaste mental que acabó con sus fuerzas. Croacia ya había dejado el alma en el campo, el silencio del Estadio Luzhniki lo hizo muy evidente. Francia, sin querer queriendo, lo ganaba 2-1.

Ahora sí los galos entraron en terrenos conocidos y su repliegue fue mucho más cómodo. Descifrada la clave de los ataques croatas, Blaise Matuidi en ocasiones formó una línea de cinco para tapar el costado derecho, impidiéndole a Vrsaljko recibir con los suficientes metros de espacio para enviar balones al área. Solo faltaba la pérdida que derivara en la estocada final, y el artífice de esto fue Paul Pogba, cuyo pie derecho no conoce límites en su superficie de contacto con el balón. Pocos como el del Manchester United para lanzar al espacio y pocos, o casi nadie, como Mbappé para aprovecharlos. El mismo contraataque iniciado por él lo finalizó con un precioso remate desde la frontal.

No hay nada tan desmoralizante en una competencia como estar siendo derrotado por el claro favorito sin que haya dado señas de su superioridad. Ese fue el secreto de Francia en el Mundial, ser superior sin demostrarlo, solo siéndolo en el marcador. Sus rivales no sabían cómo, pero ya estaban perdiendo, ¿qué ilusión hay de vencerlos después de esto? Y, para terminar, Danijel Subasic completó otra desastrosa actuación en el arco. Más allá de su actuación en los penales ante Rusia, el arquero pareció ser el menos creyente de lo que podía conseguir la selección. Disparos de rutina cruzaron la línea de gol sin que él hiciera el menor esfuerzo por frenarlos. Con uno que no esté convencido de lograrlo, el esfuerzo de todos se esfuma.

Así, de la nada, un tiro de Mbappé se volvió en el 4-1. Lloris, dubitativo durante los 90 minutos, le dio un tanto de emoción a los minutos finales, aunque ya no había manera de que Croacia alargara esto. 20 años después, con un 4-3-3 como en el que jugó Deschamps custodiando a Zidane con Guivarch en punta a lo Giroud, acomodando piezas más que aportando de su calidad, Francia alzó su segunda Copa del Mundo. Fueron muy superiores sin serlo. Así impacta más.

Kevin De Bruyne

Kevin De Bruyne es un mediapunta que viene evolucionando muchísimo como centrocampista en el Manchester City. El tema es que, a sus 27 años, al belga le sigue costando ser un director de juego sin el soporte táctico del entrenador español Pep Guardiola mientras los escenarios de constante ataque posicional también limitan sus posibilidades. Por otro lado, lo que siempre ha sido De Bruyne desde su explosión es un auténtico especialista en transiciones ofensivas. Todavía en su plenitud física, hay poquísimos jugadores más peligrosos que Kevin contraatacando en todo el planeta. Después de completar un Mundial muy discreto jugando en la base de la jugada y un partido con poco peso sin espacios para correr en la semifinal contra Francia, las dos veces en que De Bruyne pudo actuar arriba con su selección no teniendo la posesión del balón quedó claro qué es Kevin en realidad: un jugador que mandó a la favorita (Brasil) a hacerse con el título en Rusia a casa y que aseguró el tercer puesto de la Copa del Mundo para Bélgica en el partido contra Inglaterra. 

Porque De Bruyne, además de entender muy bien (incluso a máxima velocidad) qué necesita cada transición, es capaz de generar un gol lanzando, conduciendo, asistiendo o rematando en situaciones de contraataque. Contra los ingleses esto se ha visto claramente en muchas ocasiones, incluida la asistencia del jugador del City para el 2-0 marcado por el extremo izquierdo Eden Hazard ya en los instantes finales.

Bélgica vs Inglaterra

BÉLGICA: Thibaut Courtois; Thomas Meunier, Toby Alderweireld, Vincent Kompany, Jan Vertonghen, Nacer Chadli (Thomas Vermaelen, 39´); Youri Tielemans (Moussa Dembele, 78´), Axel Witsel; Kevin De Bruyne, Eden Hazard; Romelu Lukaku (Dries Mertens, 60´).

INGLATERRA: Jordan Pickford; Kieran Trippier, Phil Jones, John Stones, Harry Maguire, Danny Rose (Jesse Lingard, 46´); Ruben Loftus-Cheek (Dele Alli, 84´), Eric Dier, Fabian Delph; Raheem Sterling (Marcus Rashford, 46´), Harry Kane.

Cada cuatro años se suscita el debate en torno a la utilidad del partido por el tercer lugar en un torneo como la Copa del Mundo en el que la medalla de bronce no suma como en Juegos Olímpicos. La costumbre de la Eurocopa de no celebrar esta clase de encuentros es un argumento a favor de eliminarlo, aunque para Bélgica e Inglaterra, dos selecciones que rozaron la gloria del Mundial, les ha sido de gran utilidad con miras al futuro inmediato: la Eurocopa 2020. Ambas selecciones llegaron a Rusia con buenas camadas que dentro de dos años, ya probados en la nueva Liga de Naciones, tratarán de aspirar al campeonato sin la etiqueta de promesas.

A diferencia del cotejo de la fase de grupos, donde Roberto Martínez y Gareth Southgate alinearon equipos alternativos para descansar a los titulares y evitar suspensiones innecesarias hacia octavos de final, esta tarde hicieron ligeros ajustes en sus cuadros de gala, sea por lesiones o por querer probar distintas alternativas. Martínez regresó a su estructura base del 5-2-2-1 con la adición de Tielemans, que envió de regreso a De Bruyne a la mediapunta derecha. Southgate observó a Phil Jones en la central derecha que ocupó Kyle Walker y a Fabian Delph en el interior izquierdo de Dele Alli, entre otras variaciones.

Mejor inicio para los Diablos Rojos, imposible. No fue un contragolpe como tal, sino una salida de Courtois, pero quedó de manifiesto que solo la única selección que la derrotó, Francia, puede competirle en el arte del ataque rápido. El balón pasó del centro a la derecha y luego a la izquierda con una coordinación majestuosa que Meunier no debía fallar. ¿Qué hubiera sido de la semifinal si no se la hubiera perdido el lateral del PSG? Ya son meras suposiciones, lo positivo es que Thomas sigue creciendo desde la Eurocopa de hace dos años en la cual acabó con la bochornosa línea de cuatro centrales. Nadie puso a Inglaterra a sufrir así en el Mundial, pudo haber sido Croacia pero lo que le sobra de espíritu le falta de piernas y no necesitó de este tipo de acciones para la remontada.

La ventaja le permitió a Martínez ver con mucho margen de maniobra sus experimentos con miras al objetivo de 2020. Tielemans resultó una buena noticia puesto que consiguió que De Bruyne regresara a jugar donde sus virtudes pueden explotar, lo que ocurrió más tarde, además, el joven del Monaco desde el doble pivote sumó llegada, su especialidad, gracias al trabajo sucio de Romelu Lukaku ante los centrales. Inglaterra, obligada a tener la pelota, enseñó algunas ideas nuevas con la calma que brinda Delph en el centro del campo, el despliegue sobre la banda de Rose a perfil natural y el mejor dominio del carril interior derecho de Loftus-Cheek a diferencia de Lingaard.

De cualquier manera, el dueto Kane-Sterling no se compenetró, el gran debe del sistema, si bien Raheem prácticamente le entregó la Bota de Oro a Harry en una ocasión que el 9 falló inexplicablemente, como el mano a mano contra Croacia. La excesiva rapidez de Sterling no correspondía con los movimientos de sus compañeros y la consecuencia fueron pérdidas de balón en malas condiciones con los posteriores contragolpes de Bélgica. Rashford ingresó para el segundo tiempo; freno no puso, pero sí otorgó una mejor repartición de espacios, como la gran pelota que le puso nada menos que al mediocentro Eric Dier, quien definió como un auténtico delantero y no fue empate por culpa de Alderweireld, compañero suyo en el Tottenham.

Conforme avanzaba el tiempo y el porcentaje de posesión de Inglaterra, De Bruyne se fue adueñando del partido. En una posición centrada en repliegue, tal como en cuartos de final contra Brasil, Kevin dirigió cada contragolpe incluso antes de que se recuperara el balón. A partir de que ocurría el robo, los Diablos Rojos se transformaron en unos ángeles siguiendo cada paso de la coreografía de un ballet ruso. Nada era improvisado, los actores volaban porque así lo hacía la pelota. Sin embargo, quien desentonaba era Lukaku por sus pies que no tienen la finura necesaria para moverse sobre el escenario sin resbalarse. Una pena que todas las ventajas que genera el cuerpo de Lukaku sean desperdiciadas en su mayoría por esos controles de balón tan sucios.

El remate fue otro contraataque, ya sin Lukaku en el campo, en el que De Bruyne esperó el momento exacto para lanzar el dardo que vulneró la espalda de Phil Jones. Hazard agradeció el obsequio y sentenció. Una jugada para ilusionarse de cara a la Eurocopa, el reto final de esta generación dorada de Bélgica. Una jugada también con dedicatoria para Roberto Martínez y Pep Guardiola: no bajen a De Bruyne al mediocentro, por favor.

martes, 10 de julio de 2018

Francia vs Bélgica

FRANCIA: Hugo Lloris; Benjamin Pavard, Raphael Varane, Samuel Umtiti, Lucas Hernández; Paul Pogba, N’Golo Kante, Blaise Matuidi (Corentin Tolisso, 86´); Kylian Mbappé, Olivier Giroud (Steven N’Zonzi, 85´), Antoine Griezmann.

BÉLGICA: Thibaut Courtois; Nacer Chadli (Michy Batshuayi, 90 + 1´), Toby Alderweireld, Vincent Kompany, Jan Vertonghen; Axel Witsel, Moussa Dembele (Dries Mertens, 60´), Marouane Fellaini (Yannick Carrasco, 80´); Kevin De Bruyne, Romelu Lukaku, Eden Hazard.

La diversidad étnica de la selección francesa es un tema manido desde que obtuvieron su único Mundial en 1998 y más ahora que los cuatro semifinalistas de Rusia 2018 tienen este denominador común. El valor agregado de Les Bleus al respecto es que un asunto demográfico y hasta sociopolítico lo han logrado convertir en un modelo de juego que en torneos de selecciones aumenta las probabilidades de éxito de manera considerable. El derroche físico de unos por la pausa de otros consiguen un manejo de los compases de los partidos de tal forma que el proceso de Didier Deschamps, sin decir mucho en la cancha, ha llegado a dos finales al hilo. Porque eso es lo que buscan.
El Mundial no lo gana el mejor equipo en relación a su sistema de juego o la calidad de sus convocados sino el que sabe adaptarse a los múltiples escenarios que se presentan y aprovecha ese significativo porcentaje de suerte que siempre existe. Contra Uruguay, Francia tuvo que disponer de la pelota mucho tiempo y no le incomodó pese a que a la vista su ataque posicional no fuera ortodoxo. Lo que hacía era ahorrar energías para atacar cuando la ocasión lo ameritaba. Eso explica que Mbappé corra tan poco durante los partidos: concentra sus esfuerzos en los momentos apremiantes y así no hay quien lo pare en carrera.
Hoy contra Bélgica existía la disyuntiva de si Deschamps debía recurrir a un plan similar al de cuartos contra Uruguay o al de octavos contra Argentina. La sorpresa en el once de Roberto Martínez aclaró esa duda existencial: Moussa Dembele por el suspendido Thomas Meunier. Era evidente que los Diablos Rojos buscarían la pelota pero su juego no sería tan simple, sino tan complejo como lo fue contra Brasil, una cátedra táctica para la posteridad. Sin balón, Bélgica se formó en 4-3-3 con Chadli de lateral derecho y De Bruyne de extremo por ese costado, mientras que Marouane Fellaini como interior izquierdo vigiló siempre a Paul Pogba para entorpecer lo que Uruguay no pudo, que fueron las asociaciones suyas con Pavard y Griezmann sobre ese sector.

Francia supo que podía caer en la trampa y entonces optó por recular y ceder la iniciativa. No quería sufrir con los manos a manos de Hazard a campo abierto ni con las ríspidas disputas en las que Lukaku somete a los centrales, lo que más le cuesta a Varane. Entonces Bélgica, otro camaleón, mutó a una línea de tres centrales que se emparejó con el tridente Mbappé, Giroud y Griezmann. La transformación buscó tres superioridades: el mano a mano de Hazard con Pavard, Fellaini a segundo palo y Vertonghen obstaculizando a Mbappé hacia Courtois. Martínez, otra vez, estaba triunfando excepcionalmente, pero con un costo carísimo: perderla constantemente en el centro del campo, donde menos conviene.
Kante y Matuidi abarcan una inmensidad de metros que, con el apoyo de Giroud como una especie de delantero defensivo, permiten que Paul Pogba reciba el balón robado y lance al espacio a Mbappé o al pie a Griezmann. En el Mundial de las transiciones que han pulverizado los ataques posicionales, Francia es el rey. Si se creía que el 4-4-2 o incluso el 4-5-1 bastaban para replegarse, pues no, el 4-3-3 dinámico, con tres mediocampistas más tres atacantes intimidando al espacio, ha hecho acto de presencia en varios partidos con planteamientos muy certeros. Bélgica generaba una superioridad en salida con sus centrales y Dembele y Witsel contra los tres galos de arriba pero no servía de nada puesto que los centrocampistas rivales tenían menos trabajo que hacer.

La carta de Hazard como carrilero se quemó muy rápido porque recibió el balón demasiado atrás y contra muchos marcadores. Además, él es un generador de ventajas como pocos, que gracias a su conducción y regate le crea espacios a sus compañeros, pero no es un aluvión de ocasiones para sí mismo. Si el sistema le pide números, la cosa va mal. Su talento resultó insuficiente y a cada momento Bélgica la perdió en medio y a correr hacia atrás. Tanto tentar al contragolpe francés terminó con Umtiti en un tiro de esquina echando por la borda uno de los principales activos belgas: la cabeza de Fellaini. Ni la estatura ni la cabellera de Marouane sirvieron ante el anticipo del central francés.

Generalmente se considera que el equipo que se encierra es el que más corre. Hay excepciones que, a lo mejor, confirman la regla. En este partido tanto Francia como Bélgica corrieron casi lo mismo (102 kilómetros redondeados, según la FIFA) y, tal como lo mencionó el entrenador Jacques Passy, se vio que el que menos se cansó fue el que regaló la pelota. Cuando sabes a lo que juegas, el desgaste mental es mucho menor y por consiguiente el desgaste físico. Así fue como Deschamps no recurrió al banquillo durante más de 80 minutos y sus jugadores soportaron el golpeo de balón de Kevin De Bruyne en la última media hora. Francia llegará muy fresca a la final, posiblemente sin llenar al ojo todavía, pero está ganando todos los frentes y marcando tendencias que seguir o derribar en el fútbol del futuro.

viernes, 6 de julio de 2018

Uruguay vs Francia

URUGUAY: Fernando Muslera; Martín Cáceres, José María Giménez, Diego Godín y Diego Laxalt; Nahitan Nández (Jonathan Urretaviscaya, 73’), Lucas Torreira y Matías Vecino; Rodrigo Bentancur (Cristian Rodríguez, 59’); Luis Suárez y Cristhian Stuani (Maxi Gómez, 59’).

FRANCIA: Hugo Lloris; Benjamin Pavard, Raphaël Varane, Samuel Umtiti y Lucas Hernández; Paul Pogba y N’Golo Kanté; Kylian Mbappé Lottin (Ousmane Dembélé, 88’), Antoine Griezmann (Nabil Fekir, 90’+2) y Corentin Tolisso (Steven N’Zonzi, 80’); Olivier Giroud.

Floyd Mayweather Jr. ha dominado el boxeo en los últimos años con un estilo muy particular: a diferencia de otras leyendas de su deporte, Mayweather no logró su imponer su dinastía a partir de una pegada devastadora. Floyd no salía con la intención de hacer volar por los aires a sus rivales. Su deseo pasaba por llevar las peleas al escenario deseado para que luego su simple superioridad técnica, táctica y física se impusiera por puntos. El adversario hasta podía intentar pegarle, pero la sensación de que era imposible meterle mano siempre se mantenía. Además, ya en ventaja en los puntos, si el contrario se exponía en la búsqueda por la igualdad, Floyd aprovechaba las oportunidades para pegarle todavía más fuerte. En el Mundial de Rusia, se puede decir que Francia es lo mismo.

Por condiciones, los comandados por Didier Deschamps, así como Mayweather, hasta pueden alcanzar un knockout muy pronto, pero este no es su plan como tampoco lo es para el boxeador. ¿Para qué exponerse intentándolo si la victoria por puntos será siempre suya? Fue a partir de esto que los franceses superaron con contundencia a un rival habituado a las batallas más épicas como Uruguay para lograr su billete a las semifinales. Porque Francia en ningún momento ha puesto a los uruguayos contra las cuerdas a golpe de riñón, pero siempre estuvo por delante en la pelea. Todo esto, además, el conjunto europeo lo hizo a partir del dominio de la posesión de balón, que es lo que más le ha costado en todo este ciclo. El caso es que ellos simplemente eran superiores.

“Además del peso de la ausencia de Cavani, Francia nunca permitió que Uruguay transitara a lo largo del partido. Su control de la situación ha sido impresionante y el error del portero Muslera terminó por asegurar su triunfo”


En fase ofensiva, Francia siempre tuvo tranquilidad con el esférico a partir de dominantes versiones del interior Paul Pogba en la base de la jugada y del mediapunta Antoine Griezmann por todo el frente de ataque mientras el joven extremo derecho Kylian Mbappé demostraba intenciones de agitar la defensa adversaria con sus conducciones, regates y movimientos al espacio. No se trató de una fase especialmente brillante o fluida, pero sí dominante. Sin el delantero Edinson Cavani, su estrella en este Mundial, la selección dirigida por el veterano Óscar Washington Tabárez no fue capaz de contestar al control ejercido por el rival, con el mejor escenario posible para sus intentos ofensivos estando en una profundidad exterior que siempre terminó en centros sin ningún tipo de peligro.

A todo esto, antes del medio tiempo llegaron las dos jugadas decisivas del partido: un par de faltas laterales en las que el central Raphaël Varane marcó el 0-1 mientras el portero Hugo Lloris evitó el gol del lateral derecho Martín Cáceres. Si con la igualdad en el marcador Francia ya estaba siendo Mayweather, lo que pasó a continuación fue todavía más representativo: los franceses jugaron con su superioridad conscientes de que el rival, otra vez sin una buena versión del delantero Luis Suárez, era incapaz de desbordar a grandes versiones de sus defensores y del mediocentro N’Golo Kanté mientras ellos utilizaban su calidad para guardar el balón (espectaculares Pogba y Griezmann en esto) a espera de que un detalle de calidad o una concesión rival acabara con el partido. Y fue lo que pasó.

Brasil vs Bélgica

BRASIL: Alisson, Fágner, Thiago Silva, João Miranda, Marcelo; Paulinho (Renato Augusto, 73´), Fernandinho, Philippe Coutinho; Willian (Roberto Firmino, 46´), Gabriel Jesus (Douglas Costa, 58´), Neymar.

BÉLGICA: Thibaut Courtois; Thomas Meunier, Toby Alderweireld, Vincent Kompany, Jan Vertonghen; Marouane Fellaini, Axel Witsel, Nacer Chadli (Thomas Vermaelen, 83´); Romelu Lukaku (Youri Tielemans, 87´), Kevin De Bruyne, Eden Hazard.

Durante todo estos últimos años a la selección de Bélgica se le consideraba por lo que podía ser o por lo que representaba en términos individuales que por lo que era a nivel colectivo. No había victoria en la que no hubiera ceños fruncidos, ya sea por el funcionamiento mostrado o por el nivel del adversario vencido. Para silenciar dudas era necesario un triunfo categórico que hiciera valer su condición de top 10 en la tabla de clasificación de la FIFA. Quizás los “Diablos Rojos” no ganen este Mundial pero el triunfo de hoy reivindica y legitima a esta generación dorada.

El héroe del partido acabó siendo Courtois porque enfrente estaba el más claro favorito a llevarse la Copa del Mundo. Tenía que caer muchas veces la moneda a favor de Bélgica para obtener el pase a cuartos, y quien logró cargar los dados con el mejor planteamiento que hemos visto en el torneo hasta el momento fue Roberto Martínez. Bob reconoció la inferioridad de su equipo en todos los aspectos del juego y diseñó los planes necesarios para tapar sus defectos y explotar las mínimas probabilidades que tenía de éxito en cada situación.

Sin balón, Bélgica se acomodó en 4-3-3 con Vertonghen y Meunier como laterales, Chadli y Fellaini como interiores por delante de Witsel y, la joya de la corona, De Bruyne, en el centro del tridente de ataque con Hazard y Lukaku en las bandas. El repliegue belga buscó que Lukaku explotara la espalda de Marcelo al grado de que no importaba en absoluto que llegara a línea de fondo. De Bruyne molestó a Fernandinho, bloqueó el centro y atacó su espalda en cuanto Brasil perdió la pelota.

En ataque posicional, Bélgica pasó a 5-3-2: Chadli se recorrió al carril izquierdo, Vertonghen a la central y De Bruyne al mediocampo. Así sumaron la mayor cantidad de efectivos en su salida de balón con tal de superar la presión y generar muchas opciones de pase en las bandas, donde Fernandiho no podía llegar. Sin embargo, esta ha sido la fase de juego que más le ha costado a todas las selecciones en el Mundial, por lo tanto predominó el 4-3-3 por las necesidades del juego.

Por más perfecto que hubiera sido el planteamiento, sin una dosis de fortuna era imposible ganar. Brasil perdonó una ocasión clarísima de Thiago Silva al comienzo del juego y un accidentado tiro de esquina en contra que no atacó bien Fernandinho le dio la ventaja a los belgas, que se replegaron apoyados en ese colchón de un gol de diferencia. Tardó mucho Brasil en recibir el primer disparo a gol de sus rivales y ni así lograron empatar en la primera mitad. Tite se murió con la suya de seguir con el once de la fase de grupos pese a que los mejores momentos de la “Verdeamarelha” en Rusia 2018 fueron con Filipe Luis como lateral izquierdo en vez de Marcelo.

El segundo gol de la noche, anotado por De Bruyne, fue vivo ejemplo de lo que insistió Martínez. México, a su manera, le dio un susto a Brasil cuando Jesús Gallardo desperdició un contragolpe posterior a un tiro de esquina en contra y justo después cayó el 1-0 que comenzó con su eliminación. Una combinación perfecta entre Lukaku y De Bruyne puso a los suyos a unos cuantos pasos de las semifinales. Esta sociedad fue un dolor de cabeza constante y sonante para João Miranda y, de no ser por las deficiencias técnicas de Lukaku producto de un proceso formativo que abusó de su superioridad física, Brasil hubiera sido humillada nuevamente en un Mundial.

Tras el descanso Tite mandó su primer ajuste: Firmino por Willian. El del Liverpool consiguió hacer lo que nunca pudo Gabriel Jesus, poner de cara a portería a Coutinho y Neymar. El delantero del City se fue a la banda derecha pero no tardó en ingresar Douglas Costa y agitar el partido como contra Costa Rica. A partir de su entrada, el campo se le hizo demasiado ancho a Bélgica, lo que un repliegue de cuatro defensas más tres mediocampistas más padece. Brasil elevó el ritmo del partido y logró que se produjera un duelo de transiciones en el que no tiene rival… solo Thibaut Courtois. El portero del Chelsea fue el padrino de la generación dorada de su país.

El temor de que le saliera caro modificar tras ganar le costó el Mundial a Tite. No hay nada más engañoso como “alineación que gana, repite”. Desde el partido de Suiza era evidente que Marcelo no congeniaba con Neymar y Coutinho, que este último se pisaba con Ney en varias zonas del campo, que Gabriel Jesus era muy poco autosuficiente como único punta y que Willian en el lado débil del balón, a perfil natural y sin Dani Alves como apoyo desde la lateral, era improductivo. La Copa del Mundo siempre castiga, el que gana es el que se sabe adaptar y eso requiere autocrítica, evaluación del desempeño propio. Tite se murió con la suya.

jueves, 5 de julio de 2018

El precio de Brasil vs Bélgica

Un partido entre pesos pesados que le llegó justo a tiempo a la generación comandada por Neymar y Philippe Coutinho y muy temprano a la generación dorada belga. El tiempo ha ido aclarando el panorama de Brasil pero el de Bélgica todavía es oscuro por más que sus talentos hayan sumado experiencia. En todas las fases del juego Brasil es un equipo y Bélgica una suma de destellos individuales.

Japón ya demostró que es insostenible el sistema belga

Desde la llegada del entrenador español Roberto Martínez en 2016, Bélgica ha evolucionado en lo que estaba siendo su gran problema: atacar defensas cerradas. El 3-4-2-1 que se asentó como sistema habitual de los belgas está ofreciendo soluciones a partir de la libertad al extremo Eden Hazard y de lo que aportan los carrileros Thomas Meunier y Yannick Ferreira-Carrasco ofensivamente. El tema es que, antes de llegar a su primer gran desafío con esta formación contra Brasil, los octavos de final del Mundial de Rusia demostraron que el sistema de Roberto es insostenible a nivel defensivo. En transición los belgas directamente no defienden los costados. Ya en posicional, los últimos jugadores que lo hacen son sus carrileros. Japón, una buena selección técnicamente, casi les mandó a casa por esto. Ahora llega el turno de los brasileños. Martínez tendrá que realizar ajustes si quiere competir.

La formación (3-4-2-1) de Bélgica concede demasiado espacio a los costados de su doble pivote pues ni los centrales ni los carrileros logran llegar. Regalar esos espacios contra Neymar, Coutinho y Willian es suicida. Su ataque posicional encasilla a Kevin de Bruyne muy debajo de la altura del campo donde mejor se desempeña y lo aleja de Eden Hazard. Solo Bélgica aspira a ganar si es más certero en el intercambio de golpes entre transiciones y Romelu Lukaku, y quizá Fellaini, se imponen en el área rival en el juego aéreo, es decir, si los centrales Thiago Silva y João Miranda salen en su día malo. Brasil ya se encontró, Bélgica aún no se reconoce a sí misma.

Alisson no está respondiendo

Brasil es una absoluta roca que cuenta con el mejor jugador (Neymar) que sigue presente en el Mundial de Rusia tras las despedidas en octavos de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Al final, estamos hablando del equipo que, al lado de Francia, mejor superó su desafío en los octavos de final. Ahora mismo a la Canarinha parece imposible meterle mano aunque el rendimiento de piezas como Fagner, Paulinho o Gabriel Jesus todavía deje dudas. Por otro lado, si hay algo en la selección dirigida por Tite que de verdad puede ser un problema competitivo es el nivel del portero Alisson. Si en su brutal temporada con la Roma ya se pudo ver que el arquero brasileño tiene cosas que corregir, su Copa del Mundo en el juego aéreo está siendo un drama. Alisson no atrapa ningún balón por arriba e incluso está dejando algunas segundas jugadas para los rivales. Para que Brasil caiga eliminado parece ser necesario que pase algo raro y su portero parece el principal candidato a hacerlo.

El hueco a la espalda de Fernandinho

Al no jugar Casemiro (sancionado), lo normal es que Fernandinho ocupe la posición de contención, algo que ya hizo en el Manchester City desde que Pep Guardiola llegó a Inglaterra. El problema es que Fernandinho es más un organizador que un destructor, por lo que el espacio que conceda a su espalda podría ser aprovechado por los mediapuntas belgas, Eden Hazard y Dries Mertens. Además, será un examen importante para el todocampista Kevin De Bruyne, no solo a nivel ofensivo donde puede ser vital con sus conducciones y pases verticales, sino también al momento de ofrecer ayudas defensivas para contener al interior izquierdo brasileño: Coutinho

martes, 3 de julio de 2018

Suecia vs Suiza

SUECIA: Robin Olsen; Mikael Lustig (Emil Krafth, 82’), Victor Nilsson Lindelöf, Andreas Granqvist y Andreas Granqvist; Viktor Claesson, Gustav Svensson, Albin Ekdal y Emil Forsberg (Martin Olsson, 82’); Marcus Berg (Isaac Kiese Thelin, 90’+1) y Ola Toivonen.

SUIZA: Yann Sommer; Michael Lang, Johan Djourou, Manuel Akanji y Ricardo Rodríguez; Valon Behrami y Granit Xhaka; Xherdan Shaqiri, Blerim Dzemaili (Haris Seferovic, 73’) y Steven Zuber (Breel Embolo, 73’); Josip Drmic.

Aunque sean palabras mayores, por una simple cuestión de tiempo de trabajo disponible y posibilidades reducidas a la hora de elegir a los jugadores, el fútbol de selecciones tiene muy poco que ver con las competencias entre clubes. Es por eso que frecuentemente vemos a conjuntos nacionales con claras limitaciones alcanzando éxitos que no son proporcionales a la calidad individual de sus jugadores. Siempre contando con un poco de suerte en cada uno de sus partidos, este ha sido el caso de Islandia en la Eurocopa en Francia hace dos años y es la explicación para que Suecia esté entre los ocho mejores países en el Mundial de Rusia. Porque en el fútbol de selecciones los comandados de Janne Andersson juegan como si fuesen un club, algo clave para potenciar al máximo el limitado talento que tienen tanto a la hora de defender como para atacar. Son 11 cuerpos que juegan como uno. Todos se ayudan.

Fue así que los suecos volvieron a eliminar a otra selección superior en términos de pura calidad como es el caso de Suiza para alcanzar los cuartos de final de una Copa del Mundo por primera vez desde 1994. En un escenario de partido previsible, el dominio de la posesión del balón perteneció al conjunto entrenado por el bosnio Vladimir Petkovic, que volvió a encontrar en el lateral izquierdo Ricardo Rodríguez y en el mediocentro Granit Xhaka a dos directores para su circuito asociativo con el extremo derecho Xherdan Shaqiri, esta vez más atado a la banda con la intención de incrementar su número de participaciones, mientras el mediapunta Blerim Dzemaili y el extremo izquierdo Steven Zuber cargaban el área desde segunda línea. El caso es que, aunque tuviera el esférico en los últimos metros del campo, Suiza nunca fue capaz de desbordar a Suecia en todo el partido. Shaqiri estuvo sin chispa.

“Más liberado por la presencia de un mediocentro de perfil defensivo como Gustav Svensson a su lado, el interior Albin Ekdal completó un partidazo para el recuerdo contra Suiza, sumando acciones sin balón, toques de calidad para lanzar transiciones y llegadas al área rival para rematar”

En esto tuvo mucho que ver el comentado orden de los nórdicos. Para poner un ejemplo, el veterano central Andreas Granqvist está completando un Mundial increíble pero que se puede entender desde la lógica: Suecia nunca le exige que abandone el área, pierda la posición o haga una cobertura en banda. Al final, lo máximo que Suiza logró en el partido fue intentar centros (39 en 90 minutos) sin ventaja y ahí la resistencia sueca liderada por el mismo Granqvist fue notable. Además, ofensivamente Suecia es más de lo mismo: cada uno tiene su rol y entre todos generan las ocasiones. Sir ir más lejos, los delanteros Marcus Berg y Ola Toivonen tienen la misión de pelear el juego directo y poner de cara a los extremos Viktor Claesson y Emil Forsberg, que a su vez se responsabilizan por ofrecer los detalles técnicos de mayor calidad. Tanto que fue el mismo Forsberg el responsable de generar el 1-0 final a pase de Toivonen.

Colombia vs Inglaterra

COLOMBIA: David Ospina; Santiago Arias (Cristian Zapata, 116´), Yerry Mina, Davinson Sánchez, Johan Mojica; Carlos Sánchez (Mateus Uribe, 79´), Wilmar Barrios, Jefferson Lerma (Carlos Bacca, 62´); Juan Fernando Quintero (Luis Muriel, 88´); Juan Guillermo Cuadrado, Radamel Falcao.

INGLATERRA: Jordan Pickford; Kieran Trippier, Kyle Walker (Marcus Rashford, 113´), John Stones, Harry Maguire, Ashley Young (Danny Rose, 102´); Jesse Lingard, Jordan Henderson, Dele Alli (Eric Dier, 81´); Raheem Sterling (Jamie Vardy, 88´), Harry Kane.

“Corro, luego existo”, pareció ser la consigna de este partido. Fue un pesaje de musculaturas por las características del plantel inglés y el planteamiento por el que optó José Pékerman. Abundaron las disputas por todos los sectores de la cancha a excepción de las áreas, así que desde el primer tiempo la trama tenía tintes de penales, pero la Copa del Mundo nos sigue entregando emociones al por mayor aun en partidos que, en términos generales, estaban dándose muy por debajo de las expectativas. La fe inquebrantable de Yerry Mina, al nivel de su estatura, más las desconexiones típicas del futbolista inglés, pusieron el drama que tanto estábamos esperando.

La ausencia de James Rodríguez por lesión cambió por completo los planes de Colombia. Sin su presencia para completar la mancuerna con Quintero no era posible competirle a Inglaterra con un juego más elaborado, entonces decidió jugarle al tú por tú desde el plano físico. Un 4-3-1-2 que, sin balón, emparejó a Quintero con Jordan Henderson para entorpecer la posesión rival, pisarle los talones a Lingard y Alli con Lerma y Sánchez más Barrios de escoba, recurriendo a su físico para hacer coberturas por todo lo ancho del campo. Cuando Colombia tenía que desarrollar secuencias largas de pase, Quintero y Cuadrado se juntaban por la derecha para mantener los comportamientos del dúo de JuanFer con James.

Los de Southgate no podían incomodar el repliegue colombiano porque no eran capaces de usar debidamente la pelota en el tercio medio. Con Henderson obstaculizado, no había quién acercara la pelota a la portería de Ospina con claridad; Alli y Lingard no sienten la pausa, aceleran de cero a cien de inmediato y eso repercutía en estrellarse siempre en las corpulencias de sus marcadores. La pareja de interiores generó cierto peligro cuando atacaban sus espaldas y obligaban a Mina y Davinson a hacer uso de su velocidad para llegar a tiempo a cortar.

El partido no iba hacia ninguna parte. Quintero tenía demasiado prisa en hacer el último pase, Cuadrado quería organizar pero su cuerpo le pedía verticalizar y Mojica centraba todo balón que recibía. Falcao, otra vez, estaba totalmente aislado del resto. El impasse concluyó cuando Kane se puso el overol y primero recibió de espaldas para descargar hacia el lado débil y luego retrocedió muchos metros para obtener la pelota, sin embargo, esto volvió redundante el papel de Sterling en el campo y el área perdió referencias. Las amenazas se presentaban a raíz de la nula lectura de las jugadas de los centrocampistas y centrales colombianos que iban por todas sin interpretar lo que había a su alrededor.

Polémica aparte, el penal cometido por Sánchez en una pelota parada era lo esperado en estas circunstancias. Colombia no podía terminar el partido impune por su juego nada cerebral. Kane castigó e Inglaterra ganaba por deméritos del adversario. Pékerman quiso darle una mano a Falcao con un delantero más como Bacca pero el hombre que podía acercarlos a la prórroga era Uribe. A Mateus se le caen los goles en la liga mexicana y de la nada sacó un disparo monumental que apenas desvió Pickford y le dio esa fe, ese impulso anímico que elevó mucho más el ya de por sí intimidante salto de Mina.

La esperanza fue el argumento que le dio la superioridad a Colombia en el tiempo suplementario que fue incapaz de materializar porque hay algo en esta selección de inglesa que no se parece a las demás. Quizá presente problemas de juego muy similares y también lapsos de desconcentración muy característicos, pero desde las tomas a su entrenador se ve frescura en su entorno. Y la tanda de penales lo hizo valer. Inglaterra deshizo una maldición y lo tiene todo a su favor para acabar de una vez por todas con los estereotipos. Si no gana este Mundial, quién sabe cuánto tiempo tendrá que esperar.

lunes, 2 de julio de 2018

Bélgica vs Japón

BÉLGICA: Thibaut Courtois; Thomas Meunier, Toby Alderweireld, Vincent Kompany, Jan Vertonghen, Yannick Carrasco (Nacer Chadli, 65´); Axel Witsel, Kevin De Bruyne; Dries Mertens (Marouane Fellaini, 65´), Romelu Lukaku, Eden Hazard.
JAPÓN: Eiji Kawashima; Hiroki Sakai, Maya Yoshida, Gen Shoji, Yuto Nagatomo; Makoto Hasebe, Gaku Shibasaki (Hotaru Yamaguchi, 81´); Genki Haraguchi (Keisuke Honda, 81´), Shinji Kagawa, Takashi Inui; Yuya Osako.
Antes de entrar al partido en cuestión, vaya Copa del Mundo estamos viviendo. Además de los favoritos que han caído y la llave que llevará a la final a una sorpresa, cada vez son menos los juegos que se están resolviendo con anticipación, lo que obliga a los jugadores a una fortaleza mental inquebrantable y a los entrenadores a una lectura de los partidos sobre la marcha impecable y una precisión en los ajustes igual. Japón ha vuelto a deslumbrar por su fútbol tan vistoso y se ha quedado en el camino demasiado temprano porque no ha sabido gestionar las emociones, ese apartado que condiciona la pizarra.
Dadas las alineaciones se presupuestaba el escenario comentado previamente, en el que Japón no trataría de monopolizar la pelota pero sí buscar robarla lo más alto posible en tanto que Bélgica lucharía con la falta de integración de su ataque posicional y la desorganización de la línea de 5 con su doble pivote en fases prolongadas sin balón. Para que el gol llegara a cualquiera de las porterías tenia que ocurrir un momento irreflexivo, donde se pensara poco para definir. Por los belgas, porque Lukaku sigue pareciendo un agente extraño en el once debido a su baja calidad técnica; por los nipones, por su disciplina que en la virtud lleva el defecto, pues elimina la inventiva.
El repliegue de Japón le concedía demasiados espacios a los dos mediapuntas Mertens y Hazard en tanto que el de Bélgica obsequiaba cuatro de los cinco carriles de juego (los interiores y exteriores) y la brutal agilidad de la circulación japonesa hacía sufrir la rígida cintura de sus tres centrales. Así que el que lograra robar lo más alto y claro posible para crear una ocasión sin exigir creatividad se llevaría la ventaja. Así empezó Japón con dos latigazos prácticamente sin premeditación. Apunten el nombre de Takashi Inui, por cierto; si ya lo tienen, remárquenlo porque en el Betis dará de qué hablar.
Bélgica estaba sobre las cuerdas y, como de costumbre, recurrió a Fellaini (ingresó por Dries Mertens al 65′). La estrella de la generación dorada es la melena del jugador del Manchester United, por más figuras y promesas que engalanen las nóminas. Él inclinó el juego hacia el área de Japón, que es donde menos quieren que esté la pelota porque no tienen la templanza para sacarla de ahí sin correr peligro. Marouane cumplió su labor en menos de diez minutos, y el gol de la remontada cayó por un ataque suicida japonés: disputaron un tiro de esquina a favor como si se jugaran alargar el partido a los penales. Cuánta inocencia

Brasil vs México

BRASIL: Alisson; Fágner, Thiago Silva, João Miranda, Filipe Luis; Paulinho (Fernandinho, 80´), Casemiro, Philippe Coutinho (Roberto Firmino, 86´); Willian (Marquinhos, 90 + 1´), Gabriel Jesus, Neymar.

MÉXICO: Guillermo Ochoa; Edson Álvarez (Jonathan dos Santos, 55´), Hugo Ayala, Carlos Salcedo, Jesús Gallardo; Héctor Herrera, Rafael Márquez (Miguel Layún, 46´), Andrés Guardado; Hirving Lozano, Javier Hernández (Raúl Jiménez, 60´), Carlos Vela.

Nada cambia. Las formas varían mientras el fondo se mantiene igual. México recorre caminos distintos y se topa con la misma pared porque camina en círculos cada cuatro años. Otra vez una fase de grupos ilusionante, otra vez una eliminación frustrante. La esperanza ha vuelto a durar cuatro partidos, Brasil ha derrotado a México en la fatídica ronda de octavos de final. Lo de siempre, un inicio de partido prometedor del seleccionado azteca hasta que el golpe fatídico llegó, se nubló y no logró tener capacidad de reacción. Es un bucle alimentado por ilusiones vagas.

Cuando la alineación inicial elegida por Juan Carlos Osorio mostró el nombre de Rafael Márquez hubo sospechas y temores por parte de prensa y afición. Sin embargo, los primeros 25 minutos reflejaron que la idea era brillante, solo que sostenida por una base muy débil que son los 39 años de edad del cinco veces mundialista. Un 4-3-3 con él de mediocentro, Guardado y Herrera de interiores más Vela y Lozano de extremos a perfil natural para que este último preocupara al lateral Filipe Luis y debilitara el lado izquierdo de Brasil, donde acumula posesión, por conducto de la valentía. Tite fue superado al comienzo de la partida.

El 4-3-3 presionante mexicano ensució la salida de balón brasileña, que no tiene mecanismos claros para evadirla con trazos largos, en especial por el decepcionante torneo que está teniendo su punta Gabriel Jesus. Había esperanza en México, pero no podía validarse el soberbio planteamiento de Osorio si el gol no caía. “El gol es el táctico” es una de las frases que componen la manera de ser del futbol mexicano, dicha por el gran entrenador Carlos Miloc, que en paz descanse. Y es que justamente el gol es su mal endémico, por eso su liga lo importa desde Sudamérica y Europa. México necesita muchos intentos para poder mover el marcador por su falta de calidad técnica y táctica, y eso al final desgasta.

Porque un sistema que parte de la presión alta necesita de un enorme derroche de energía no solo física, sino emocional. Si el gol que sostiene todo no llega, los jugadores se cansan, se desmoralizan y el siguiente paso es el repligue. Cuando esto ocurrió Neymar hizo su primera aparición en el Mundial y Brasil se adueñó del partido. México no conseguía achicar su campo, había manos a manos en todos los sectores de la cancha y Márquez no llegaba a ninguna cobertura. Ochoa era quien mantenía el cero, lo de siempre.

Rafa lo había dado todo en la primera mitad y ya no podía continuar, así que ingresó Miguel Layún para tratar de contener a Neymar dado que Edson Álvarez, que de ser la gran promesa de México ha pasado a tener un alarmante estancamiento en su juego, estaba amonestado. El americanista subió al mediocampo en un escenario que ya no estaba favoreciendo en absoluto a Osorio. Neymar anotó y todo se vino abajo. Aunque hayan entrado Jonathan dos Santos y Raúl Jiménez, México ya no estaba en el partido. En cualquier momento ocurría la pérdida que terminara en el 2-0 definitivo y fue Roberto Firmino el autor. Siempre lo mismo.

México lleva 24 años imaginándose cosas chingonas. Ya es hora de que use la cabeza y no solo el corazón para que se hagan realidad.

Uruguay vs Portugal

URUGUAY: Fernando Muslera; Martín Cáceres, José María Giménez, Diego Godín, Diego Laxalt; Nahitan Nández (Carlos Sánchez, 81´), Lucas Torreira, Matías Vecino; Rodrigo Bentancur (Cristian Rodríguez, 63´); Luis Suárez, Edinson Cavani (Christian Stuani, 74´).

PORTUGAL: Rui Patrício; Ricardo Pereira, Pepe, Jose Fonte, Raphaël Guerreiro; Bernardo Silva, Adrien Silva (Ricardo Quaresma, 65´), William Carvalho, João Mário (Manuel Fernandes, 85´); Gonçalo Guedes (André Silva, 74´), Cristiano Ronaldo.

Un dato magnífico de la empresa proovedora de estadísticas Opta resume al futbol uruguayo: el gol con el que Edinson Cavani abrió el marcador fue el más elaborado por la selección charrúa en Mundiales desde 1966. Fue un latigazo fulminante de únicamente cinco pases. Por si habían quedado dudas sobre esto, el segundo tanto de Cavani que sepultó a Portugal se originó de un saque del arquero Fernando Muslera. La Uruguay de posesión puede esperar mientras haya posibilidad de contraatacar. Laxalt, Torreira, Nández y Bentancur tienen en su ADN saber sufrir, lo que facilita sobremanera el juego de una selección nacional, pues el tiempo escasea.

El “Maestro” Tabárez halló su sistema en la última jornada de la fase de grupos. El rombo encabezado por Torreira en el mediocentro y Bentancur y apoyado en los interiores por Nández y Vecino es muy flexible: con balón diversifica las opciones de pase, evitando así que Suárez y Cavani se alejen del área, su zona de mayor influencia; sin él, puede mutar al 4-4-2 y con la calidad técnica de estos mediocampistas surtir de balones de calidad a la doble punta. Tres de los cuatro chicos maravilla antes mencionados participaron en el tanto inicial de Cavani que dictaminó el curso del encuentro, totalmente a favor de los sudamericanos aunque un parpadeo en la pelota parada los puso en aprietos, pero apareció la Uruguay de toda la vida y un Cavani que se reivindicó.

Obligada a atacar en posicional por el gol tempranero, Portugal se desplegó de manera interesante pero poco ambiciosa. Muchos jugadores por delante de William Carvalho, prácticamente nula intimidación en el área y, sobre todo, una falta alarmante de recursos para buscar el gol. Se insistía en centrar para Cristiano pese a que la ocasión estuviera demasiado anunciada y se insistía también pese a que su estrella no se encontrara dentro del área. Solo a Bernardo Silva se le ocurrió pensar que tenían enfrente a un país que se especializa en defender esta situación de juego y trazó otras rutas con su fina zurda. Para Diego Godín fue como un entrenamiento, un día más en la oficina.

Pepe, otra vez Pepe, igualó desde la pelota detenida y en el ambiente se respiraba un olor a prórroga y penales hasta que Muslera sacó en largo y a cobrar. Uruguay deja el alma en cada pelota dividida y hay que recalcar esto, porque un sistema es exitoso o no en función del convencimiento de los jugadores. Si no se sienten identificados por lo que están haciendo llegarán las dudas, perderán tiempo y tomarán peores decisiones. Con esta forma de jugar, aunque no guste a los puristas, no escatiman esfuerzos. Antes de que la nueva generación se apropie de la selección debe beber del juego de la actual. El cierre in extremis de Torreira entre centrales es el símbolo de la transición.

Croacia vs Dinamarca

CROACIA: Danijel Subasic; Sime Vrsaljko, Dejan Lovren, Domagoj Vida, Ivan Strinic (Josip Pivaric, 81´); Luka Modric, Marcelo Brozovic (Mateo Kovacic, 71´), Ivan Rakitic; Ante Rebic, Mario Mandzukic (Milan Badelj, 108´), Ivan Perisic (Andrej Kramaric, 97´).

DINAMARCA: Kasper Schmeichel; Jonas Knudsen, Simon Kjaer, Mathias Jorgensen, Henrik Dalsgaard; Yussuf Poulsen, Andreas Christensen (Lasse Schone, 46´), Thomas Delaney (Michael Krohn-Delhi, 98´, Martin Braithwaite (Pione Sisto, 105´); Christian Eriksen; Andreas Cornelius (Nicolai Jorgensen, 66´).

La Eurocopa de Francia 2016 tuvo como mayor recuerdo que el aumento a 24 países participantes le dio la posibilidad a selecciones pequeñas de soñar en grande como Islandia y Gales, que consiguieron auténticas hazañas. Sin embargo, en términos apegados al juego más que a la emoción, dejó la preocupación de que en Europa el regate no está apareciendo. Durante casi dos horas de juego, croatas y daneses revalidaron las alarmas porque los duelos se ganaban por fallos individuales o superioridades físicas, no por calidad técnica o, cuando menos, valentía.

En menos de cinco minutos Subasic ya había concedido el primer gol atajable y Dinamarca un error de exceso de efusividad y todo se le puso de cara a Croacia, que además está en la llave de eliminación directa que le permite superar lo hecho en su debut en Francia 98. El conjunto de Age Hareide se quedó a medias tintas en su fase sin balón con su 4-4-2: unos iban a presionar, otros reculaban; unos se guiaban por la pelota, otros por el hombre que tenían cerca o el espacio. Así es que Croacia contó con enormes espacios en campo contrario, sobre todo en las bandas, pero relucieron las debilidades que hacen muy viable que Rusia continúe avanzando rondas en su Mundial.

Croacia se distinguió hace dos años por un ritmo altísimo de juego con una nulidad de ideas para llegar al gol hasta infantil. Lo más explotado fue el desborde y posterior centro de Darijo Srna. Las cuantiosas ocasiones generadas no eran tan sencillas de rematar, que además en esta faceta nunca ha estado muy sobrada. Ahora en la Copa del Mundo la ausencia de creatividad más allá de Luka Modric la ha querido compensar Ante Rebic a base de piernas. El del Eintracht Frankfurt es la expresión del juego croata: arranca suspiros, acelera los latidos, pero produce casi nada. Y si a esto se suma que Vrsaljko recibe demasiado peso desde el sector derecho, puesto que cada vez que recibe tarda mucho tiempo en dar un intrascendente pase hacia atrás, entonces se entiende por qué Dinamarca se mantuvo hasta los penales.

Al medio tiempo Dinamarca cambió a Christensen por Schone con el afán de mejorar el trato de la pelota y cierto es que vivió más en campo rival que propio, pero se debió en gran medida por la incomprensible postura croata de ceder la iniciativa. Dinamarca asumió muy pocos riesgos, confió bastante de su imaginación a un Eriksen que ha dominado la Premier League desde el carril interior derecho del Tottenham pero cuando pisa otras zonas del campo su desempeño disminuye notoriamente, y el partido se tornó soso. Músculo en exceso. Subasic le salvó los muebles a Modric por su penal fallado y Croacia aspira a la final. Falta que deje de aspirar y suspirar y materialice sus ilusiones.

España vs Rusia

ESPAÑA: De Gea; Nacho (Carvajal, 70’), Piqué, Ramos, Jordi Alba; Koke, Busquets; Silva (Iniesta, 67’), Isco, Asensio (Rodrigo, 104’); Diego Costa (Aspas, 80’)

RUSIA: Akinfeev; Mario Fernandes, Kutepov, Ignashevich, Kudryashov, Zhirkov (Granat, 46’); Samedov (Vheryshev, 61’), Kuzyaev, Zobnin (Erokhin, 97’), Golovin; Dzyuba (Smolov, 65’)

Más de 1000 pases llevaba España al minuto 105 de partido. Más de 1000 pases para tres remates en la primera parte y otros tres a puerta en la segunda. Secuencias de pases sin intención ni malicia para ir y volver, sin haber aprovechado el camino. El gol español fue en propia puerta, en una acción a balón parado y las ocasiones de gol se cuentan con los dedos de una mano. Rusia pasa a cuartos tras resistir 120 minutos jugando en inferioridad técnica y aprovechando un penalti a favor en una de las pocas acciones que ocurrieron cerca de De Gea. Mario Fernandes, Akinfeev o el hoy trabajador Golovin fueron algunos de los héroes inesperados de Rusia. E incluso, Ignashevich, que podría haber decantado el partido con su error al perder la referencia del balón en el gol de España, creció con el paso de los minutos.

Se comenzó con las sorpresas que plantearon Cherchesov y Hierro en los onces. En Rusia, Cheryshev y Gazinskiy se caían de la alineación, en la que entraba un central más como Kudryashov para jugar con línea de cinco atrás. Golovin y Samedov serían los interiores con la clara y solitaria referencia de Dzyuba. En España, Iniesta, Thiago y Carvajal dejaban su puesto a Asensio (de pobre nivel, actuando de extremo derecho pero cambiando mucho de banda con Isco), Koke (imperial dando equilibrio pero señalado por errar el último penalti) y Nacho en el 4-2-3-1 con el que formó quien partía como favorita. El guion del encuentro se escribe en una frase: dominio del esférico de España que nunca tuvo a Rusia a su merced. Un rondo tan eterno como improductivo.

Las leyes del fútbol son simples. Sin regate ni desmarques, no profundizas. El pase por el pase, no te lleva más que a otro pase. Los españoles, atenazados por su propia mente, por el miedo al fallo, quisieron no cometer riesgo alguno y convirtieron el partido en un rondo gigante. Más allá de los movimientos de Isco sin balón, a veces improductivos, los que amasaron más del 70% del balón no tuvieron claro (o no se atrevieron) a intentar romper el muro de Cherchesov. El 5-4-1, de repliegue muy bajo, fue una piedra imposible de saltar por los españoles. Más por miedo a tropezar que por la grandeza de tal obstáculo. Ni siquiera la suplencia del gamo Cheryshev, quien más podría poner en aprietos a la contra, aligeró el temor de un centro del campo que mejoró con la entrada de Iniesta, los desmarques de Aspas y los apoyos de Rodrigo, este último ya en la prórroga.

Si en la primera parte Dzyuba había ganado algún duelo, en la segunda lo único que pudo hacer es esperar el cambio por Smolov. Viendo España que se acababa el tiempo, el riesgo subió. Ahí, Iniesta consiguió un disparo que tapó Akinfeev tras una buena dejada de Aspas con el pecho. En la última mitad de la prórroga, Rodrigo nos dejó una de las jugadas del partido, con su caño sin tocarla y su regate al veterano Ignashevich, pero volvió a aparecer Akinfeev. España se marcha del Mundial sin haber competido dentro de su propia área, aunque con Koke al lado de Busquets sí había conseguido ganar algo más de equilibrio defensivo. Hierro, poco intervencionista, no supo cambiar la dinámica de juego con variantes. Los rusos, sin haber tenido el agua al cuello, acabaron celebrando un pase a cuartos inimaginable antes de empezar esta la “Copa del Mundo de las Sorpresas”. España se marcha sabiendo que pudo haber sido más pero que solo podrá ser campeona en el Mundial de los rondos de entrenamiento