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sábado, 10 de diciembre de 2011

7 partidos y una lección aprendida

José Mourinho dirigirá esta noche el octavo enfrentamiento del Real Madrid ante el FC Barcelona en poco más de año y medio, de momento, con un balance negativo. Un título, una ‘manita’ y una lección que aprendió después del partido de ida de la Liga de Campeones: prohibido ser rácano. En esa primera mitad del partido del Santiago Bernabéu tiró una eliminatoria que estuvo más igualada en los otros 135 minutos. Es lo único en claro que se puede sacar de un choque en el que no hay un favorito y sí muchas especulaciones.
La primera se la llevó en la frente y con la mano abierta, 5-0. El 29 de noviembre de 2010, Mourinho recibió la mayor goleada que ha encajado como entrenador. Sus gestos en el banquillo del Camp Nou lo decían todo. Estaba sufriendo el huracán culé de tal manera que Di María terminó jugando de lateral zurdo para tapar las subidas de Dani Alves. En la previa se avisaba que Florentino Pérez había fichado a al técnico luso para ganar partidos como el de esa noche.
El segundo 'round' era el de la urgencia contra la ambición. El 16 de abril, Mou y Pep llegaban con los papeles cambiados ya que la presión y las necesidades las tenían el conjunto local. El empate final dejó un buen sabor de boca a ambos y la Liga en el bolsillo blaugrana. Llegaron con las posibilidades y la moral intacta para el primer título que se jugaba unos días después de forma directa. El experimento de Pepe en el centro del campo, que aplicó en el partido anterior en San Mamés, funcionó a los blancos.
"Cometed la primera falta y primera protesta"
20 de abril. A la tercera fue la vencida para Mourinho, no fue en 90 minutos pero ganó. La presión inicial sorprendió al Barcelona, aficionados y a la prensa. Mourinho quería estar metido en el partido desde el inicio y por eso había pedido a sus futbolistas que cometieran la primera falta y realizaran la primera protesta.
El Barcelona rebajó la euforia blanca ganando en territorio enemigo una semana después. El 27 de abril, el equipo de Guardiola casi sellaba su pase a la final de Champions con un 0-2 que dio de qué hablar. Más que por el marcador, por la manera en la que afrontó Mourinho el encuentro: rácano y conservador en la primera mitad. Al igual que en Copa sorprendió el empuje inicial, esta vez fue llamativo que no jugara igual que en la final de Valencia. Replegarse atrás le salió caro en un partido en el que, antes de disputarse, la Policía sopesaba emitir el manifiesto a favor del juego limpio en catalán. Mientras tanto, a Del Bosque lo que le preocupaba era la relación entre sus jugadores nacionales.
Con el marcador a favor. El Barcelona afrontó de manera más relajada de lo esperado la vuelta el 3 de mayo. En Madrid no tiraban la toalla pero gestos como la devolución de 3.000 entradas del club madridista al azulgrana significaba que no había excesivo optimismo en la gente de Mourinho. Kaká apareció por el once inicial y gracias a un córner mal sacado por el brasileño llegó el empate a uno final.
Temporada nueva, mismo Messi
Temporada nueva, vida nueva pero mismo resultado. El primer enfrentamiento de la temporada llegaría el 14 de agosto. Estaba en juego un título menor, la Supercopa, pero igual de oficial que la Copa de Europa. De hecho, estaba en juego la hegemonía del fútbol español. El 2-2 del Santiago Bernabéu decantaba a los culés como favoritos para la vuelta.
Tres días después se cumplió lo previsto gracias a un colosal Leo Messi. El argentino, sin pretemporada, se bastó para dar el título con el que el Barcelona igualaba al Real Madrid en trofeos oficiales. 3-2 a un equipo que confirmó su mejoría con respecto a hacía unos años. La intensidad y fortaleza física pusieron contra las cuerdas al mejor equipo del mundo.
Hoy, 10 de diciembre de 2011, se escribe el siguiente capítulo sabiendo que Mourinho ha gastado seis vidas y ha salvado una, con título incluido.