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miércoles, 7 de julio de 2010

El adiós de los latinos

Duro y directo. Justo en las instancias en que la CONMEBOL alzaba el cuello gritándole al mundo que cuatro de sus representados aparecían entre los ocho mejores del orbe, el orgullo europeo hizo acto de presencia y puso las cosas en su lugar, incluso exagerando una hegemonía que habitualmente no habría sido tanta.Para que no quedara lugar a dudas de la privilegiada posición de las escuadras del Viejo Continente sobre las sudamericanas, Holanda destruyó la torre disciplinaria de Dunga. Alemania, derrumbó la estatua orgullosa de Maradona como símbolo del derrocamiento de Diego Armando y Messi como los grandes referentes mediáticos de Sudáfrica 2010.
A la distancia, ya con la Copa del Mundo a un paso de consumirse, percibo que los latinoamericanos no fueron mejores que los europeos. La clave del éxito de unos y otros estuvo más en la disciplina táctica que en el talento. Cada vez más, el juego se define por mínimos detalles, por situaciones trabajadas mecánicamente y por la equivocación de un solo elemento. Los arqueros, en ocasiones más que los propios artilleros, son señalados como los culpables en un futbol que se ha vuelto tan científico que en contadas ocasiones posee margen de error.
La de Sudáfrica 2010 ha sido una muestra clara de hacia dónde se dirige el mundo del balompié. Las jugadas a balón parado, esas que al futbol mexicano le roban horas de sueño, se han transformado en las claves maestras para acabar con la paridad de fuerzas, con un deporte en el que la individualidad ha perdido terreno ante lo colectivo y en el que el estratega juega un rol fundamental.
El gran acierto de oncenas como Paraguay y Uruguay fue tender a la imitación de los modelos europeos y apuntalar, sobre todo en el caso charrúa, con las individualidades necesarias en el ataque. A partir de un orden inalterable, indispuesto a modificar su actitud sin importar lo que ocurra sobre el terreno de juego, ambas representaciones cumplieron con una participación más que aceptable. De poco importó que su funcionamiento fuera cada vez menos latino y cada vez mucho más europeo, aunque eso sí, con menos dinámica. Punto pendiente para el futbol de nuestras latitudes.

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