URUGUAY: Fernando Muslera; Martín Cáceres, José María Giménez, Diego Godín, Diego Laxalt; Nahitan Nández (Carlos Sánchez, 81´), Lucas Torreira, Matías Vecino; Rodrigo Bentancur (Cristian Rodríguez, 63´); Luis Suárez, Edinson Cavani (Christian Stuani, 74´).
PORTUGAL: Rui Patrício; Ricardo Pereira, Pepe, Jose Fonte, Raphaël Guerreiro; Bernardo Silva, Adrien Silva (Ricardo Quaresma, 65´), William Carvalho, João Mário (Manuel Fernandes, 85´); Gonçalo Guedes (André Silva, 74´), Cristiano Ronaldo.
Un dato magnífico de la empresa proovedora de estadísticas Opta resume al futbol uruguayo: el gol con el que Edinson Cavani abrió el marcador fue el más elaborado por la selección charrúa en Mundiales desde 1966. Fue un latigazo fulminante de únicamente cinco pases. Por si habían quedado dudas sobre esto, el segundo tanto de Cavani que sepultó a Portugal se originó de un saque del arquero Fernando Muslera. La Uruguay de posesión puede esperar mientras haya posibilidad de contraatacar. Laxalt, Torreira, Nández y Bentancur tienen en su ADN saber sufrir, lo que facilita sobremanera el juego de una selección nacional, pues el tiempo escasea.
El “Maestro” Tabárez halló su sistema en la última jornada de la fase de grupos. El rombo encabezado por Torreira en el mediocentro y Bentancur y apoyado en los interiores por Nández y Vecino es muy flexible: con balón diversifica las opciones de pase, evitando así que Suárez y Cavani se alejen del área, su zona de mayor influencia; sin él, puede mutar al 4-4-2 y con la calidad técnica de estos mediocampistas surtir de balones de calidad a la doble punta. Tres de los cuatro chicos maravilla antes mencionados participaron en el tanto inicial de Cavani que dictaminó el curso del encuentro, totalmente a favor de los sudamericanos aunque un parpadeo en la pelota parada los puso en aprietos, pero apareció la Uruguay de toda la vida y un Cavani que se reivindicó.
Obligada a atacar en posicional por el gol tempranero, Portugal se desplegó de manera interesante pero poco ambiciosa. Muchos jugadores por delante de William Carvalho, prácticamente nula intimidación en el área y, sobre todo, una falta alarmante de recursos para buscar el gol. Se insistía en centrar para Cristiano pese a que la ocasión estuviera demasiado anunciada y se insistía también pese a que su estrella no se encontrara dentro del área. Solo a Bernardo Silva se le ocurrió pensar que tenían enfrente a un país que se especializa en defender esta situación de juego y trazó otras rutas con su fina zurda. Para Diego Godín fue como un entrenamiento, un día más en la oficina.
Pepe, otra vez Pepe, igualó desde la pelota detenida y en el ambiente se respiraba un olor a prórroga y penales hasta que Muslera sacó en largo y a cobrar. Uruguay deja el alma en cada pelota dividida y hay que recalcar esto, porque un sistema es exitoso o no en función del convencimiento de los jugadores. Si no se sienten identificados por lo que están haciendo llegarán las dudas, perderán tiempo y tomarán peores decisiones. Con esta forma de jugar, aunque no guste a los puristas, no escatiman esfuerzos. Antes de que la nueva generación se apropie de la selección debe beber del juego de la actual. El cierre in extremis de Torreira entre centrales es el símbolo de la transición.
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