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lunes, 2 de julio de 2018

Croacia vs Dinamarca

CROACIA: Danijel Subasic; Sime Vrsaljko, Dejan Lovren, Domagoj Vida, Ivan Strinic (Josip Pivaric, 81´); Luka Modric, Marcelo Brozovic (Mateo Kovacic, 71´), Ivan Rakitic; Ante Rebic, Mario Mandzukic (Milan Badelj, 108´), Ivan Perisic (Andrej Kramaric, 97´).

DINAMARCA: Kasper Schmeichel; Jonas Knudsen, Simon Kjaer, Mathias Jorgensen, Henrik Dalsgaard; Yussuf Poulsen, Andreas Christensen (Lasse Schone, 46´), Thomas Delaney (Michael Krohn-Delhi, 98´, Martin Braithwaite (Pione Sisto, 105´); Christian Eriksen; Andreas Cornelius (Nicolai Jorgensen, 66´).

La Eurocopa de Francia 2016 tuvo como mayor recuerdo que el aumento a 24 países participantes le dio la posibilidad a selecciones pequeñas de soñar en grande como Islandia y Gales, que consiguieron auténticas hazañas. Sin embargo, en términos apegados al juego más que a la emoción, dejó la preocupación de que en Europa el regate no está apareciendo. Durante casi dos horas de juego, croatas y daneses revalidaron las alarmas porque los duelos se ganaban por fallos individuales o superioridades físicas, no por calidad técnica o, cuando menos, valentía.

En menos de cinco minutos Subasic ya había concedido el primer gol atajable y Dinamarca un error de exceso de efusividad y todo se le puso de cara a Croacia, que además está en la llave de eliminación directa que le permite superar lo hecho en su debut en Francia 98. El conjunto de Age Hareide se quedó a medias tintas en su fase sin balón con su 4-4-2: unos iban a presionar, otros reculaban; unos se guiaban por la pelota, otros por el hombre que tenían cerca o el espacio. Así es que Croacia contó con enormes espacios en campo contrario, sobre todo en las bandas, pero relucieron las debilidades que hacen muy viable que Rusia continúe avanzando rondas en su Mundial.

Croacia se distinguió hace dos años por un ritmo altísimo de juego con una nulidad de ideas para llegar al gol hasta infantil. Lo más explotado fue el desborde y posterior centro de Darijo Srna. Las cuantiosas ocasiones generadas no eran tan sencillas de rematar, que además en esta faceta nunca ha estado muy sobrada. Ahora en la Copa del Mundo la ausencia de creatividad más allá de Luka Modric la ha querido compensar Ante Rebic a base de piernas. El del Eintracht Frankfurt es la expresión del juego croata: arranca suspiros, acelera los latidos, pero produce casi nada. Y si a esto se suma que Vrsaljko recibe demasiado peso desde el sector derecho, puesto que cada vez que recibe tarda mucho tiempo en dar un intrascendente pase hacia atrás, entonces se entiende por qué Dinamarca se mantuvo hasta los penales.

Al medio tiempo Dinamarca cambió a Christensen por Schone con el afán de mejorar el trato de la pelota y cierto es que vivió más en campo rival que propio, pero se debió en gran medida por la incomprensible postura croata de ceder la iniciativa. Dinamarca asumió muy pocos riesgos, confió bastante de su imaginación a un Eriksen que ha dominado la Premier League desde el carril interior derecho del Tottenham pero cuando pisa otras zonas del campo su desempeño disminuye notoriamente, y el partido se tornó soso. Músculo en exceso. Subasic le salvó los muebles a Modric por su penal fallado y Croacia aspira a la final. Falta que deje de aspirar y suspirar y materialice sus ilusiones.

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