ESPAÑA: De Gea; Nacho (Carvajal, 70’), Piqué, Ramos, Jordi Alba; Koke, Busquets; Silva (Iniesta, 67’), Isco, Asensio (Rodrigo, 104’); Diego Costa (Aspas, 80’)
RUSIA: Akinfeev; Mario Fernandes, Kutepov, Ignashevich, Kudryashov, Zhirkov (Granat, 46’); Samedov (Vheryshev, 61’), Kuzyaev, Zobnin (Erokhin, 97’), Golovin; Dzyuba (Smolov, 65’)
Más de 1000 pases llevaba España al minuto 105 de partido. Más de 1000 pases para tres remates en la primera parte y otros tres a puerta en la segunda. Secuencias de pases sin intención ni malicia para ir y volver, sin haber aprovechado el camino. El gol español fue en propia puerta, en una acción a balón parado y las ocasiones de gol se cuentan con los dedos de una mano. Rusia pasa a cuartos tras resistir 120 minutos jugando en inferioridad técnica y aprovechando un penalti a favor en una de las pocas acciones que ocurrieron cerca de De Gea. Mario Fernandes, Akinfeev o el hoy trabajador Golovin fueron algunos de los héroes inesperados de Rusia. E incluso, Ignashevich, que podría haber decantado el partido con su error al perder la referencia del balón en el gol de España, creció con el paso de los minutos.
Se comenzó con las sorpresas que plantearon Cherchesov y Hierro en los onces. En Rusia, Cheryshev y Gazinskiy se caían de la alineación, en la que entraba un central más como Kudryashov para jugar con línea de cinco atrás. Golovin y Samedov serían los interiores con la clara y solitaria referencia de Dzyuba. En España, Iniesta, Thiago y Carvajal dejaban su puesto a Asensio (de pobre nivel, actuando de extremo derecho pero cambiando mucho de banda con Isco), Koke (imperial dando equilibrio pero señalado por errar el último penalti) y Nacho en el 4-2-3-1 con el que formó quien partía como favorita. El guion del encuentro se escribe en una frase: dominio del esférico de España que nunca tuvo a Rusia a su merced. Un rondo tan eterno como improductivo.
Las leyes del fútbol son simples. Sin regate ni desmarques, no profundizas. El pase por el pase, no te lleva más que a otro pase. Los españoles, atenazados por su propia mente, por el miedo al fallo, quisieron no cometer riesgo alguno y convirtieron el partido en un rondo gigante. Más allá de los movimientos de Isco sin balón, a veces improductivos, los que amasaron más del 70% del balón no tuvieron claro (o no se atrevieron) a intentar romper el muro de Cherchesov. El 5-4-1, de repliegue muy bajo, fue una piedra imposible de saltar por los españoles. Más por miedo a tropezar que por la grandeza de tal obstáculo. Ni siquiera la suplencia del gamo Cheryshev, quien más podría poner en aprietos a la contra, aligeró el temor de un centro del campo que mejoró con la entrada de Iniesta, los desmarques de Aspas y los apoyos de Rodrigo, este último ya en la prórroga.
Si en la primera parte Dzyuba había ganado algún duelo, en la segunda lo único que pudo hacer es esperar el cambio por Smolov. Viendo España que se acababa el tiempo, el riesgo subió. Ahí, Iniesta consiguió un disparo que tapó Akinfeev tras una buena dejada de Aspas con el pecho. En la última mitad de la prórroga, Rodrigo nos dejó una de las jugadas del partido, con su caño sin tocarla y su regate al veterano Ignashevich, pero volvió a aparecer Akinfeev. España se marcha del Mundial sin haber competido dentro de su propia área, aunque con Koke al lado de Busquets sí había conseguido ganar algo más de equilibrio defensivo. Hierro, poco intervencionista, no supo cambiar la dinámica de juego con variantes. Los rusos, sin haber tenido el agua al cuello, acabaron celebrando un pase a cuartos inimaginable antes de empezar esta la “Copa del Mundo de las Sorpresas”. España se marcha sabiendo que pudo haber sido más pero que solo podrá ser campeona en el Mundial de los rondos de entrenamiento
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