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martes, 5 de abril de 2011

La alegría de Gio

Nada da más gusto que ver a un jugador mexicano salir adelante, sobreponiéndose a las adversidades y superando los tropiezos. Hay quien por distintas razones en la vida debe caerse y fracasar para encontrar fuerzas y pararse nuevamente. Hace más de siete años el país se entusiasmaba con un pequeño nacido en el Distrito Federal y criado en Monterrey; de apellido brasileño y tez morena que brillaba en las inferiores del Barcelona. De un momento a otro todas las miradas se enfocaron en él, entregando cadenas de salvador que a sus escasos 14-15 años nadie sabía si podría cargar. Su nombre, Giovani dos Santos
El pequeño creció, entre los medios mexicanos acechando y la directiva culé intentando protegerlo de los flashazos, las cámaras, la popularidad y la fama. Llegó el Mundial de Perú y aquel pequeño del que tanto nos habían contado nos maravilló, encabezando y lidereando a la única oncena mexicana que ha levantado un título de Copa del Mundo.
Él era, no había que dudarlo, el gran salvador del futbol mexicano. Quien iba a sacarnos de décadas de medianía y mediocridad, quien nos iba a hacer campeones del mundo e iba a igualar o superar a Hugo Sánchez, total, a sus 16 años era balón de plata en un Mundial, debutaba en el mejor equipo del mundo, el Barcelona y además, hasta lo comparaban con Lionel Messi o Ronaldinho. Él solo, completamente solo.
El niño siguió creciendo, tomó un par de malas decisiones y se fue al olvido, qué digo al olvido, al parecer, al odio. En México, como es una costumbre, dejamos lo bueno y tomamos sólo lo malo. Fue más fácil destruir que construir, criticar que entender y sacar nuestras frustraciones en uno, dos, cinco u once jugadores de aquella “generación dorada”.
Jamás estuve de acuerdo en la forma en que llevamos a Gio en México. La necedad de querer comparar a alguien. Giovani era Giovani, Messi y Ronaldinho sólo hay uno. Cada quien escribe su historia y la maneja con sus aciertos y defectos. Más en contra estuve con la forma en que se culpó a Dos Santos de fiestero, borracho u ojo alegre. Acaso, ¿jamás se fueron de fiesta en la adolescencia? ¿a nadie se le pasaron las copas alguna vez en su juventud? ¿nadie ha tenido ganas algún día de tener una novia famosa? ¿qué harían a los 18 años con fama y dinero? Me queda claro que la tentación es grande y en el fondo, salvo quien se dé golpes de pecho o sea un alma del cielo, todos hemos caído en ella.
Al final, hay posibilidades de tropezar. La grandeza y madurez está en levantarse de los malos momentos y regresar al camino, algo que el mexicano está en vías de hacer. Giovani a mi gusto se equivocó saliendo del Barcelona y fracasó con cada una de esas letras en el Tottenham. Sin embargo, pocos podrán decir que en la selección no ha rendido. Lo hizo en Perú, en Canadá con la Sub 20 (tercer mejor jugador del torneo, por si no lo recuerdan), mejor futbolista y campeón con el Tri en la Copa Oro y sin dudarlo, entre los tres mejores del equipo de Aguirre en el pasado mundial.
Personalmente me tiene sin cuidado si Giovani anda con una artista, su mejor amiga o una vecina. Si hace tres o cuatro años salió “rebotando” de una fiesta o si tiene apodos relacionados al antro o al brandy  El tipo tiene capacidad y ganas, se tiene confianza que será determinante en su nuevo equipo y en la selección. No sé si él, el Chícharo, Vela o quien quieran nos lleve a un nuevo campeonato del mundo, ojalá lo sea y de verdad modifique nuestra historia. Lo que si sé, es que tenemos a un gran jugador que dejó de ser prospecto hace años, que se cayó para levantarse y que se ve, desde que llegó a España, con ganas de comerse la cancha y reescribir su propia historia.
Le llegó una buena oportunidad, en el momento justo y en el lugar indicado. Racing no es el Tottenham y mucho menos el Barcelona, sin embargo, Giovani tiene la confianza de su directiva y sobretodo, de su técnico. Tiene apenas 22 años y un mundo por recorrer. Hoy da gusto verlo sonreír, como en aquellas fotos cuando era un niño de 14 años.

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