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viernes, 22 de agosto de 2008

Bajo los palos.

Para algunos jugadores del fútbol han encontrado su pasión, en las distintas partes del campo de juego, para solo algunos han sido seleccionados para demostrar su talento y personalidad en la cancha, en este capitulo hablaremos de las partes mas importantes de los equipos, desde el solitario portero hasta la estrella del delantero.

La soledad de los palos, es solo una posición que algunos han dejado historia en su personalidad, que ejerce fuerza y liderazgo, que es admirado sobre todo por los niños y las mujeres.

Las madres, no a las madres no les gusta que sus hijos se den raspones y se ensucien la ropa. Esa incomprensión en forma de paliza es el primer peaje a la extravagancia que deben pagar. Si siguen es que además tiene vocación.

Hay muchas formas de ser portero, pero ninguna es fácil. El portero atajador, el portero jugador, el showman, el sobrio, el kamikaze y el prudente; Solo los años hacen que cada uno perfeccione su talento y controle sus emociones, entre algunos de ellos encontramos a Saturian[1] “Los goles se los hacen a todos, pero el vencido es el portero.”. Cierto el que viaja hasta el fondo de la red para sacarse esa espina redonda es el portero. Las primeras cien veces son duras, pero crea carácter.

Sirven para evitar los goles y aquel que lo hace con simplicidad llega a artista. A veces se les exige menos, cuenta Di Stefano que amenazaba a los porteros con la expresión “Si entran las que van al arco, vos no te preocupes, pero hazme el favor de no meter las que van afuera”.

El vivir en el área, en una cárcel que es adornada con los postes blancos y demarcadas líneas de peligro que existen en su camino, pero con dos manos de ventaja sobre los demás jugadores y por ese privilegio se les permite usar otro atuendo incluso ser ellos quien decidan su distinción y color del suéter. Pueden escapar de su celda pero no les conviene ya que se convierten en uno más, es cierto que hay porteros que han sido liberos en su equipo, como todo hijo desobediente de una gran familia, pero son ellos los que marcan la historia del puesto.

Me gusta los porteros serenos, que esperan a que el delantero se preocupe y no las estatuas que se cobija bajo la sombra de los palos, el arte de salir los ubica a anticiparse a la atajada, hay muchos que empiezan a contagiar los nervios a todo el equipo, incluso directores técnicos que las defensa las llenan de jugadores, muchos dirán por la seguridad de la meta, para Lev Yashin, la mítica “Araña Negra” responde con la frialdad que solo los años le da a los porteros y la responsabilidad de ser el cancerbero de un equipo “Si hay pocos, hay que preocuparse del tiro. Si hay muchos hay que preocuparse también del rebote[2]”.

La edad, el verdugo de todo deportista de alto rendimiento y los futbolistas no son la excepción, pero los porteros hacen uso de su último as y juegan a diferencia de sus compañeros unos años más, los treinta años no son la frontera, sino la aduana a su madurez. La sobriedad, el sosiego, la frialdad y la simplicidad son valores adultos a los que se llega dirigiendo veneno, yendo un poco más allá. Los grandes porteros consiguieron sus mejores actuaciones después de los treinta años entre ellos Dino Zoff fue campeón del mundo a los cuarenta años por citar un ejemplo, así como es cierto que cada portero esta echo a un estilo, pero también el equipo juega a desafiar sus aptitudes los equipos grandes exigen de cada uno de sus porteros una menor actuación y esto hace que estén siempre calentando en su portería, y cuando son exigidos en dos o tres ocasiones tener que responder a la altura de sus compañeros, teniendo prohibido la distracción, aparece tan poco en escena que se notan mucho sus equivocaciones mientras los porteros de equipos chicos se les exige en mas ocasiones y es capaz de remediar en cada jugada un error y destacar su talento, descargando la tensión en un continuo pim pam pum y teniendo siempre la oportunidad de venganza mas continua a cada error.



[1] Juan Saturia, Diario el mundo deportivo, España año 1984

[2] Lev Yashin, Notas del futbol,2005

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