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viernes, 22 de agosto de 2008

El territorio enemigo.

En varios recuerdo de mi niñez y las y las tardes enteras corriendo detrás de un balón, en un partido que no pareciera que tendría fin, con marcadores sin abultados tantos que perdíamos las cuentas después de la tercera anotación y en último minuto antes de que nuestras madres fueran por nosotros a la llegada de la noche, alguien gritaba “El que mete el gol gana”. Y el partido se ponía serio, se probaba a uno mismo, en donde una jugada marcaba irse a dormir con una sonrisa pintada en los labios y otra con cara de fracaso de toda una tarde.

Lo ideal siempre será para los románticos del fútbol es jugar bien y después hacer anotaciones, pero para la mayoría de los equipos son primero los resultados y estos se consiguen a base de goles aunque no se juegue bien se gana, perdiendo el estilo y con una mediocridad de un gol de ventaja. Algunas selecciones compiten por la dignidad y otras por el título, pero la mayoría necesita de un gol para desplegar su mejor fútbol, se trabaja con excesos en debilitar al rival y poco se hace por causar sus errores. El que recibe el gol está obligado a cometer imprudencias y el que lo marca tiene el privilegio de aprovecharlas.

Son estas la virtudes que son responsabilidades de solo una posición en la cancha, aquel que deja el desgaste de recoger el balón y solo exige balones de más de tres cuartos de la cancha hacia delante, la oportunidad y el deseo de todo jugador ocupar y la posición de delantero, pero también en sus mejores espectaculares es el único que es apedreado por los seguidores y criticado por cada tiro frente al arco que no culmina en una anotación, es un villano y héroe en cada jugada puede llevarte a conquistar el mundo con solo un tiro de sus botas o al remate certero de un frentazo, como complicarse la jugada y solo puntear con cualquier parte de su cuerpo para lograr la anotación, pero también los tipos de cada uno de esta especie padece de sus propias virtudes, el que es alto cual torre de alfil son solo un poste mas dentro de la cancha que no logran hacer más que los goles con la gran altura que la naturaleza les dio, es cierto que con goles se ganan los partidos, pero también con ellos se hacen jugadores de talento y no oportunistas, pero el fútbol siempre pensó en estos jugadores y hoy día dejaron de ser tan incompletos ya que la altura paso a ser de un requisito a un extra, por si se permiten las anotaciones con remates de cabeza, los pies también juegan y es ahí donde nacen los centros, donde cada delantero se ve que tan frió es ante el portero y mas de la mitad de estas grandes torres pasan a ser cambios para los últimos minutos donde el equipo va perdiendo y solo necesita de un gol para el empate o el gane.

La emoción del goleador es algo privado, corre desesperado hacia ninguna parte, no tiene prisa, al contrario, quisiera detener el tiempo. Otro se tira al piso y es aplastado por sus compañeros; no sufre al contrario es el mas feliz de todos, los goleadores viven para esa poderosa locura y sin embargo no pueden explicarse. El gol nos devuelve a la infancia de modo que no extraña ver a un hombre echo y derecho subir al alambrado, hacer avioncito o cualquier otra expresión casi ridícula. También el comparto de la pasión con imágenes en la playera de los seres que lo motivan a seguir jugando para mi solo es un acto que desborda tal alegría que las palabras no podrían representar tal dicha mucho menos compartirla con los demás, es un egoísta en todos los sentidos de la palabra y que mejor ejemplo que el mexicano Hugo Sánchez, un ídolo merengue que vivía y jugaba para ganar y ni en la calle, ni en la cancha daba tregua. Solo el gol, el símbolo del triunfo, le rendía un mínimo homenaje aéreo. Cuando a sus pies estaban otra vez sobre la tierra, volvía a sus concretas luchas. El moreno mexicano del Madrid era entonces un atleta acróbata calculador y certero. Su agilidad lo hacia espectacular, la técnica de su zurda le concedía el privilegio de ser exacto y su inteligencia la usaba para ser impecable. Por constancia, agresividad y fe en si mismo, se hizo indestructible. Su calidad lo hizo grande.

Marco van Basten y Hugo Sánchez, el delantero cordial y el feroz delantero fueron dos formas opuestas de ser especialistas. Dos 9. Dos maneras antagónicas de llegar al mismo gol y de servir al mismo espectáculo.

La zona de la destruccion para su creacion.

Es en el centro de los campos donde empiezan a escribir la historia de cada partido, el punto medular donde está marcada con un circulo pintado de cal para referencias el punto de partida y la culminación de cada partido, un solo lugar donde solo son invitados dos jugadores para iniciar el partido, es ahí en la media cancha donde los jugadores crean las jugadas y rompen esquemas, o donde son tomados por sorpresa y sus errores se culminan en goles en contra.

Para algunos ha sido la parte fundamental del fútbol ya quien marca al hombre corre por donde el rival quiere, pero el medio usado convierte al marcador en prisionero. Es el adversario es quien dispone del esfuerzo y del espacio, es ahí donde los papeles de una zona demarcada por la táctica se abre cual candado a solo aquellos que aprendieron a jugar sin el balón en los pies, en las enseñanzas tácticas que cualquier director técnico toma para la elaboración de este espacio, recalca que no es lo mismo atacar por donde el enemigo se ha preparado a resistir, que por el lugar que tiene que acudir imprevista y precipitadamente.

Para todo general la decisión más difícil en su carrera es la retirada incluso en esta batalla de algodonada y festiva que es el fútbol, hay uno que ataca, sin otra arma más letal en el campo que un simple balón y otro que defiende. La simpleza del marcaje al hombre ofende a la inteligencia y trata de crear nupcias con la zona, y trastorna al jugador con una combinación de ideas para mi solo existe la idea que Bocaza jugador sudamericano, que decidió entrar al vestuario poco antes de un partido y con la fe de los extraviados proclamo “Nosotros somos once, ellos son once así que cada quien elige su adversario y no se hable más”. Exacto, yo preferiría esta opción cada uno con su cada cual, pero hay entrenadores que se aferran a un solo estilo y prefieren que perseguir a las matriculas de cada jugador, y esa siempre tiende a apuntar al número 10 durante noventa minutos, muchos de estos casos terminan en una doble ironía donde el marcador salió victorioso y el jugador con la camiseta 10 nunca toco el balón, pero el equipo perdió 3-0.

Nunca supe si esa era razón para estar triste o contento.

Pero el medio campo no solo es una extensión de la defensa es la principio natal de cada delantero, donde se le es alimentado con su mejor platillo que es el balón, donde encontramos a los tres tipos de jugadores combinados en una sola línea o solo el equipo opta por dos de ellos. Uno es elegante y preciso, otro hábil y regateador y el último tiene el don de la fantasía todos ellos juegan por un hilo de inspiración.

Pero por que todos ellos llegan a sucumbir ante el luchador, aquel jugador que sobrevive tiroteando a los pies, corriendo y trabando, aquel que nunca falta a la cita con el esfuerzo que fue equipado con dos piernas, dos pulmones y dos cojones pero escaso del don de habilidad. No tenga nada que decirle a ellos esa es su misión en el campo, anular talentos, pero es con los otros con los que me da coraje ¿cómo es posible que se dejen ganar por un mediocre? ¿Por qué no defienden la virtud que llevan de ventaja con la convicción de los que juegan a luchar? Solo les queda usar las piernas, los pulmones, los cojones a la espera de la inspiración, pero sobre todo gasten el don, agredan con habilidad, la creación y la predicción incluso hagan fantasía para el espectador. No esperen y sobre todo no se traicionen.

Coraje es intentarlo, es seguir aunque vengan de un error, es atreverse cien veces a la jugada inicial, es desafiar a los silbidos y demostrarle al luchador que viene en desventaja, pero si vuelves al vestuario can la cabeza agachada y la frase hecha de “No me dejo ni respirar “, siento decirte que el mediocre eres tú.

Los medios centros o con sobredosis de talento.

Hay que decir que existen jugadores para todo gusto, de necesidades distintas y de acomodo a cada equipo y director técnico pueden ir desde los que juegan de área a área, de lo ancho del campo, cabezas de área, geométricos, tapones de salida, lanzadores y aquel que es un crack.

Son aquellos jugadores que se matan y conforman cada línea imaginaria del campo, donde el jugador de áreas es de mil pulmones que alienta a la equipo para irse al ataque y quien caga a los demás por equivocarse en un mal pase, actualmente la condición física de los jugadores los lleva a recorrer el campo de punta a punta un sin fin de veces, pero aun existen aquellos que nunca dejaran la zona, que se limitan a ir más allá, y son espectadores de primera fila de cada jugada, por ende esta clase de jugadores de área a área no solo está casi extinta, está a punto de ser un jugador que corrió de mas y solo para hacer función de mensajero.

Jugar al ancho del campo, es una decisión complicada es para aquellos que prefirieron pasarse la vida encerrados en su zona ampliándola solo a su alrededor, marcando el tiempo entre cada jugada es aquí donde existe la mayoría de confusiones de los jugadores que participan en esta zona de la cancha, para ejemplificarlo pondremos al argentino Redondo quien hizo de sus defectos sus virtudes, y que defecto podía tener este jugador que incluso renuncio a la selección Argentina, su golpeo de balón era fatal tirando a la puerta rival e incluso pasando en largo, pero la maestría que tenía en las asociaciones cortas, entendiendo lo que el fútbol comparte con el ajedrez e incluso con el póquer, responsabilidad para el trabajo sucio, elegancia que no gana partidos pero tampoco los pierde, valentía para aceptar las leyes barriobajeras de los partidos que se descarrían, son estos las cualidades de este tipo de jugadores aquellos que analizaban el fútbol con el balón en los pies, mirando hacia la portería contraria y entendiendo que para atacar habría que tocar corto y en sociedad pero siempre a los espacios vacíos, ya que para ellos el fútbol tiene una lógica mentirosa al juego colectivo, empezando por una lado de la cancha y terminado sorprendiendo por el otro.

Un jugador cabeza de área, no es más que la punta final de los medios, aquel que se ingresa por el centro esperando el balón retrasado para su golpeo fina, es aquel conductor que siempre buscara a quien conducir, pero también el hombre que siempre estará dispuesto a tirar incluso a volar el balón si la presión en el campo excede a su defensa, pocos como ellos que toman la serenidad del que busca nunca encontrar espacios para arrojar a las bandas el balón y esperar un centro, su fragilidad en media cancha provoca fuertes roces y considerando que solo busca el balón a modo para golpear, es casi un seguro cambio de segundo tiempo, cuando se va perdiendo el partido, gatillero de tiro largos como si quisiera que el balón nunca volviera a tocar sus botas golpeando con tal furia que destrozaría a quien le mandara un pelotazo.

Incluso en el fútbol la matemáticas de las posiciones hace énfasis y más cuando el director decide tener un dimanante en la cancha donde solo los geométricos del medio campo hacen uso de su cualidades y cuáles son estas: jugar para circular un balón, tocar y triangular a cada defensa, pero mi favorita siempre será que la pared cuenta y más cuando tienes dos piernas fijadas al césped enfrente. Pareciera que esta función la haría cualquier jugador, incluso aquellos que juegan en colectivo y es cierto, pero nunca harán que el rival lo haga por ustedes y es ahí donde la geometría implica un toque, rebote y gol cual jugada de carambola y con toda la intención de que el balón pase por las rodillas o espinillas del rival y quede a modo del delantero que solo busca ese rebote para rematar o incluso tiene el toque para que ese tiro a las piernas rivales oscile entre el defensa y el arquero para colarse a la meta. Qué difícil es entender que existen jugadores que buscan mas a los rivales que a sus compañeros para anotar.

En sus marcas, listos, fuera. Marca el fútbol actual que todo aquel que tiene los recursos de defender lo haga, pero si también tiene toque para atacar también lo haga y es esta multifuncionalidad de jugadores, los que han iniciado a los tapones de salida, ese eje central de recuperación y escape con balón dominado hace de estos jugadores una sorpresa al incorporarse al ataque, pero siempre con la obligación de regresar al punto de su salida. Es casi imposible tenerlo para los noventa minutos haciendo estos springs por lo que se releva casi siempre con un compañero que cubre su salida y jalando a su marcador dejando puerta abierta a cualquier posibilidad de ataque, es un ladrón de posiciones, un embaucador de adversarios y un completo ingenuo al ser capaz proyectarse como delantero y sucumbir a un contra ataque, todos ellos se sobrevaluan en la personalidad pero se desprecian al compañerismo, son tan ególatras como un delantero, tan hábiles como un medio, pero tan mediocres como los defensas que en busca de sobresalir lo hacen por sus errores y en cada victoria a sus múltiples salidas, otro termina siendo el anotador del tanto y solo le queda regresar a su posición de salida.

Tapones de salida es la novedad en los esquemas de los países europeos siendo una nueva propuesta del futbol ingles, que hoy día se ha convertido en una de las ligas con mayores reflectores en el mundo y no es para menos con un campeón de la UEFA, con jugadores de todo el mundo militando en su liga, con aficionados que desbordan pasiones en cada encuentro, llenando los estadios cada ocho días y encontrándolos también en partidos de media semana, sin ser ellos los secuestradores de los clubs de fútbol como sucede en la liga Argentina, claro que me tacharan por ignorante si no hago mención de hooligans, pero también son ellos los que han dado un sello a la furia y pasión por el fútbol con la bandera inglesa y colores en la cara hacen de esta peculiar practica una distinción, siendo los primeros en tener una legislatura para tener restringido y controlados a esta serie de seguidores.

Crearon aun medio de contención sin mayor movilidad y función que recuperar el balón y pasarlo líneas adelante con la intención de conseguir una nueva propuesta al ataque, es toca o tira del balón, compañero para ampliar la cancha y jugar siempre a las bandas, es un centro de apoyo con los defensas y un eje de doble defensa, como diría Bilardo “La mejor defensa es el ataque.”Lo encontramos tanto cubriendo al enlace por que tiene cualidades para hacerlo, como sirviendo los tiros de larga distancia, claro siempre a jugada prefabricada para no ser sorprendidos por los contraataques, de talla robusta para aguantar los embates de sus oponentes sin la necesidad de recorrer grandes distancias, se le exige poco pero con soledad en la media cancha hace del balón un coqueteo al tenerlo solo en pequeños momentos para robarle la jugada del gol

Entre las rarezas del fútbol solo veremos a los hombres fungir como una especie de guerreros que atacan desde largas distancias para flagelar a su presa con un solo tiro por ello reciben el nombre de “lanzadores”, jugadores con un técnica depurada en el golpeo del balón que marca en cada pase un proximidad de gol, en cada tiro el mas asustado es el portero ya que la barrera no le es suficiente como muro y se destina por cubrir cualquier poste es casi seguro que el tiro ira al otro punto, son jugadores caprichosos con el balón y no por la técnica que desplieguen en la cancha si no por que a cada balón parado son ellos quien deciden aprovechar tal ventaja, mientras que en el campo son un jugador que espera la oportunidad de tener espacio a solas con el balón para deleitarlo con semejantes toques y si no pregúntele a Beckham quien uso al fútbol para ser protagonista de revistas de moda y con solo el argumento de pegarle bien a un balón parado, a que tipo de líder llego el equipo británico, que sostuvo una rosa para posar en un calendario y nunca se acordó de ella en la cancha, algunos vendrán y me dirán que como embajador de buena voluntad resulto ser mejor modelo, pero dentro de una cancha de fútbol se transformo en unos segundos era crack que hacia gritar a miles de aficionados y en otras solo paso a ser un lateral que era visto en la cámara en cada balón a tierra, así es la vida de un lanzador, si el arma hiere a la presa es quien se come la mayor parte y si pasa la lanza pasa de largo solo tendrá que ir por ella y buscar la cena en otra parte.

Mis favoritos son los cracks, jugadores que nacieron para romper al rival y sus cinturas, son difícil de carácter por que el talento peca de soberbia pero son figuras dentro y fuera del campo, para citarlos al encuentro llegan con pancarta de héroes, son las playeras mas vendidas en los equipos, pero los hombres mas odiados por los rivales y admirados por los fanáticos. Pelé, Maradona, Platini, Zidane…La camiseta numero diez es un símbolo y sea cual sea su color es bandera que merece ser izada a lo mas alto del mástil futbolístico pero también he aquí dos tipos tristes, tocados por la gracia del fútbol. Empecemos por el común denominador: tiene físico dominador y manejo virtuoso del balón, un espíritu solidario y se curtieron futbolísticamente hablando lejos de su país. Son jugadores atractivos a los ojos de quien los mira que influyen poderosamente en transcurso de un encuentro, artistas que se adaptan a la humildad de sus compañeros, razón que justifica la admiración y respeto de los aficionados. También los une la soledad con fondo triste y nostalgia de emigrante y para cuando regresa a casa se reencuentra con la realidad de ser el único que sabe dominar el balón y en otros casos cuando el jugador tiene compañeros a su nivel se preocupan mas si podrán jugar juntos, doble tristeza.

Las torres y los gigantes.

Suelen ser hombres de presencia dominante líderes casi a su pesar. No se puede ser mediocre y libero al mismo tiempo.

Desde que el austriaco Karl Rappan varió el diseño de la WM en la selección suiza del año 1954, hurtando un centrocampista y poniéndolo como hombre sobrante detrás de la defensa, han pasado cincuenta y cuatro años. Como el hombre libre nació para barrer detrás de los marcadores, siendo el ultimo responsable de la llegada del delantero, hay quienes prefieren llamarle el tope dado que es más fácil pasar sin el balón, sí el delantero decide conservar el balón es muy posible que solo pase el balón, este último hombre de la cueva barra con todo aquello que manche su área.

La idea de Rappan cundió en Italia con el nombre del Catenaccio y el libero encontró la traducción en el mundo entero. Esta acta fundacional no oculta la siguiente verdad futbolística: los buenos siempre jugaron delante y los malos atrás.

Los viejos y enormes centrales tienen su cementerio lejos del área. Así lo estipulo en el clásico 3-5-2, que provoco la llegada mas continua de jugadores de la talla y peso como el holandés Van Basten, el alemán Klinsmann, se ensancho el espacio de los perseguidores y apuntalo la media cancha en un roce de brutalidad y clase. Esta reconversión produjo un juego cada vez más espectacular, pero lleno de individualidades los equipos, como siempre hay una excepción y encontraremos la naranja mecánica holandesa, el equipo de Johan Cruyff que se decidió en conjunto, si todos juegan todos marcan y si marcan será un gol para el equipo, nunca para el delantero.

Para algunos la defensa del equipo se centra en la interminable cantidad hombres, que necesitan burlar para encontrar por ultimo al portero, hay otros especialistas que comparan en esta línea y contemplan al portero uno más del club, por favor cada posición requiere de estilo y si no pregúntele a cada italiano que sabe pegar en las rodillas y espinillas, sin que pareciera más que un tallón; Hay jugadores que aprendieron a jugar corriendo hacia atrás, pero hay quienes ubican las malditas zonas, cuando a cada hombre le asignan un pedazo de la parcela del terreno, el jugador va modificando su posición dentro de ese espacio en función de donde se ubica, César Luis Menotti nos dice que “la zona es la libertad”, dado que solo compete los problemas mientras el balón este dentro de tu área mientras que te obliga a tener el principio del conjunto y obliga a la coordinación colectiva; No es fácil explicarle a quien ha corrido siempre tras su rival que la mejor manera de conseguir el objetivo es solo esperarlo y tenderle una redada con sus compañeros de juego, este pequeño cambio en el guion provoca el error de los jugadores y deslinda las responsabilidades de cada área siendo el director técnico que tenga que ensayar este principio de compañerismo con mayor énfasis.

El concepto de la zona es irrefutable las escuelas del fútbol lo han adoptado incluso peleado con él y mutándolo al marcaje mixto donde se ve refleja el acopio de una zona más un chambelán que tendrán que estar siempre pegados y turnarse a la pareja de baile en cada jugada, como si esto evitara que los hombres no cometieran errores, por más tiempo que pase un defensa atado a su rival e incluso pintándole donde empieza y acaba el área que le toca defender, no evitara que en dos segundos pierda el eje de su posición y vea a su rival a su espalda, lo demás se traduce en que los muros siempre tendrán pequeñas o grandes grietas donde se puede colar un balón.

El fútbol actual ha cambiado y aquella zona pasiva de retrocede y espera cedió el paso a la zona más agresiva haciendo de la defensa el arte de atacar, siendo estos hombres aquellos que ya no solo van a rematar en cada tiro de esquina, sino que sus intervenciones en más de medio campo han sorprendido y desajustado a cada equipo rival, y si contamos que el defensa no solo sabe reventar balones y es capaz de dar un buen pase o de sacar un tiro con dirección están siempre en frente de aquellos que saben que el ataque son tan cómplices el que mete el gol y quien lustra los zapatos, como el defensa que vio pasar al jugador y quien erró el pase, ya que cada miembro ha participado en el encuentro y muchas veces el aficionado culpa al juego en el mejor de los casos, pero el de las rechiflas es el último jugador.

Bajo los palos.

Para algunos jugadores del fútbol han encontrado su pasión, en las distintas partes del campo de juego, para solo algunos han sido seleccionados para demostrar su talento y personalidad en la cancha, en este capitulo hablaremos de las partes mas importantes de los equipos, desde el solitario portero hasta la estrella del delantero.

La soledad de los palos, es solo una posición que algunos han dejado historia en su personalidad, que ejerce fuerza y liderazgo, que es admirado sobre todo por los niños y las mujeres.

Las madres, no a las madres no les gusta que sus hijos se den raspones y se ensucien la ropa. Esa incomprensión en forma de paliza es el primer peaje a la extravagancia que deben pagar. Si siguen es que además tiene vocación.

Hay muchas formas de ser portero, pero ninguna es fácil. El portero atajador, el portero jugador, el showman, el sobrio, el kamikaze y el prudente; Solo los años hacen que cada uno perfeccione su talento y controle sus emociones, entre algunos de ellos encontramos a Saturian[1] “Los goles se los hacen a todos, pero el vencido es el portero.”. Cierto el que viaja hasta el fondo de la red para sacarse esa espina redonda es el portero. Las primeras cien veces son duras, pero crea carácter.

Sirven para evitar los goles y aquel que lo hace con simplicidad llega a artista. A veces se les exige menos, cuenta Di Stefano que amenazaba a los porteros con la expresión “Si entran las que van al arco, vos no te preocupes, pero hazme el favor de no meter las que van afuera”.

El vivir en el área, en una cárcel que es adornada con los postes blancos y demarcadas líneas de peligro que existen en su camino, pero con dos manos de ventaja sobre los demás jugadores y por ese privilegio se les permite usar otro atuendo incluso ser ellos quien decidan su distinción y color del suéter. Pueden escapar de su celda pero no les conviene ya que se convierten en uno más, es cierto que hay porteros que han sido liberos en su equipo, como todo hijo desobediente de una gran familia, pero son ellos los que marcan la historia del puesto.

Me gusta los porteros serenos, que esperan a que el delantero se preocupe y no las estatuas que se cobija bajo la sombra de los palos, el arte de salir los ubica a anticiparse a la atajada, hay muchos que empiezan a contagiar los nervios a todo el equipo, incluso directores técnicos que las defensa las llenan de jugadores, muchos dirán por la seguridad de la meta, para Lev Yashin, la mítica “Araña Negra” responde con la frialdad que solo los años le da a los porteros y la responsabilidad de ser el cancerbero de un equipo “Si hay pocos, hay que preocuparse del tiro. Si hay muchos hay que preocuparse también del rebote[2]”.

La edad, el verdugo de todo deportista de alto rendimiento y los futbolistas no son la excepción, pero los porteros hacen uso de su último as y juegan a diferencia de sus compañeros unos años más, los treinta años no son la frontera, sino la aduana a su madurez. La sobriedad, el sosiego, la frialdad y la simplicidad son valores adultos a los que se llega dirigiendo veneno, yendo un poco más allá. Los grandes porteros consiguieron sus mejores actuaciones después de los treinta años entre ellos Dino Zoff fue campeón del mundo a los cuarenta años por citar un ejemplo, así como es cierto que cada portero esta echo a un estilo, pero también el equipo juega a desafiar sus aptitudes los equipos grandes exigen de cada uno de sus porteros una menor actuación y esto hace que estén siempre calentando en su portería, y cuando son exigidos en dos o tres ocasiones tener que responder a la altura de sus compañeros, teniendo prohibido la distracción, aparece tan poco en escena que se notan mucho sus equivocaciones mientras los porteros de equipos chicos se les exige en mas ocasiones y es capaz de remediar en cada jugada un error y destacar su talento, descargando la tensión en un continuo pim pam pum y teniendo siempre la oportunidad de venganza mas continua a cada error.



[1] Juan Saturia, Diario el mundo deportivo, España año 1984

[2] Lev Yashin, Notas del futbol,2005

La fragilidad del 10.

“Maradona no es un hombre cualquiera, es un hombre pegado a una pelota de cuero” canta Andrés Calamaro, y no se equivoca. El día que el Diego dejo el fútbol le extirparon la pelota, la misma que lo había llevado desde Vila Fiorito hasta conquistar el cielo. Desde entonces la caída de todo los ídolos es semejante a que tan alta habían llegado, y no se habían equivocado con el Diego, ya se me criticara por que la trampa de la droga lo había atrapado años atrás, pero quizá hubiera escapado mas fácil si sus domingos tuvieran partidos, gritos de multitudes y una pelota pegada a su zurda.

Tan cierto es que cualquier otra persona que haya vivido la vida de Maradona, no puede ser una persona cualquiera; Qué frágil son los dioses del fútbol, ¿Verdad? Diego vive en el imaginario colectivo como un héroe que logro la hazaña de hacernos felices y ganadores; pero ha sido un milagro que le pasado la mayor de las facturas que se pudo imaginar, como son los recuerdos hermosos sin una segunda oportunidad, por que sin un balón es solo un hombre que no logra estar a la altura de su recuerdo. Ni ante si mismo ni ante los demás, salvo la cocaína su balón en polvo que lo eleve y saque de ese vació de mierda y lo regrese al Olimpo del que los dioses nunca debieran salir, pero la cocaína es solo un segundo en la vida del tal hombre y al caer en un cuarto oscuro y lleno de la mierda que el polvo la rodea, en lugar de recuerdos deja vergüenza, culpa y huellas en la sangre para que la policía haga su trabajo y la prensa en un espectáculo.

¿Qué frágil, es la vida?

Cualquiera de nosotros hubiera dado la vida por ser por jugar un segundo como Maradona, y hoy Diego seguro daría todos los recuerdos por tener la fuerza de ser como cualquiera.

Pero eso, no se puede aun héroe como Maradona no se le compadece, tampoco se le justifica acusando a su entorno de un problema que es solo suyo. Maradona fue victima de una celebridad universal que hubiera confundido cualquiera, victima de una frivolidad que puso en los ochentas la moda de la cocaína haciéndole creer que era una diversión para la gente fashion y exitosa. Y victima de su soberbia que lo consumió a que el seria capaz de vencer a cualquier enemigo, incluso la droga.

Desde entonces veo a Diego en cada entrevista, pidiendo a gritos la ayuda de miles de personas que, como yo lo amamos, quisiera ayudarle. La paradoja es que no sabemos como hacerlo, no podemos decir que somos concientes por que su drama se televisa para el mundo entero.

La filosofía de un genio y su vida de gato

En una ocasión me paso por la cabeza entender a semejante talento, y buscando su manera de vida en los almanaques de la historia del deporte, rebuscando las narraciones, de algunos partidos en la trayectoria del Diego, solo me percate de sus altas y bajas de peso, de un rendimiento que parecía una montaña rusa, un domingo parecía un crack y al otro solo daba muestras de talento hasta que puede hallar en la razones medicas que siempre le son favorecidas, y en una declaración que el doctor Darío Rubén Oliva, que fue el doctor de cabecera del numero 10, alo largo de su vida y confiesa que en una platica con el preparador físico de Argentina entonces era Fernando Signorini, le pregunto como tendría que entrenar al Diego, con una expresión simple el doctor Oliva contesto “¿Vos alguna vez viste entrenar a un gato?” y la respuesta de Signorini fu un “no”, el doctor Oliva con una sonrisa pintada en los labios solo le plantea una situación que hasta este momento me parece las mas clara de las cualidades del Diego y ese físico que solo él podía exhibir en las canchas, y el talento que desplegaba en cada jugada; la repuesta del Dr. Oliva fue “Y bueno Maradona es como un gato. Con que se alimente bien y descanse le alcanzara para ser el mejor” una sentencia que ayuda a entender al tal fenómeno.

En su momento antes creía que el Diego limpiaba al fútbol de todo lo malo y lo adornaba con todo lo bueno, por que solo había coincidido el genio y la técnica. No había reparado en el cuerpo, aun cuando el estaba gordo y flaco, lento y rápido, sano y lesionado. En varias ocasiones especialistas daban por confirmar una cata de defunción futbolística, pero no se habían regresado a apreciar que los gatos además de no entrenarse, gozan de siete vidas y a Maradona le quedaban varias.

jueves, 21 de agosto de 2008

La mano de Dios

Hay quienes creyeron en un solo hombre, en una sola pasión hacia el deporte y depositaron en sus pies y talento toda una expresión de ver el fútbol, no faltaran los relatos que ubiquen en choques y posturas distintas de las grandeza de cada jugador, pero en este sentido solo hablaremos del Diego ese pibe nacido de los suburbios de Argentina, donde la casa es modelo del sacrificio; la calle escuela de la picardía y el fútbol la mas hermosa y barata posibilidad de alegría. En el barrio de Vila Fiorito la pelota era un tesoro comunitario es ahí donde la pelota se encontró a una zurda bendecida por los dioses del fútbol “si es que estos existen”.Los balones empezaron a obedecer como nunca antes y como nunca mas, a las delicadas ordenes de un pibe de baja estatura regordete a la vista de quien le mirara, pero con seño de picardía que contagiaba, a quien le viera en el rostro una sonrisa de amor por cada vez que pisaba el balón, lo escondía para presumirlo a su atacante y pasa de largo dejando el sueño roto de quien osara enfrentarle.

Los domingos, en los descansos de los grandes partidos, Maradona recogía aplausos cual prestigitador, con el atrevimiento de un loco. Como todos los fenómenos ahorro ciclos de aprendizaje y a los 15 años donde los niños sueñan a ser futbolistas el pisa la cancha para disputar su primer partido en primera división del Argentino Juniors y por esa satisfacción se olvido de vivir la adolescencia, es ahí donde hinchas de todos los barrios traicionaron los colores de sus equipos por ver a aquel genio. Algunos lo confundieron con Dios y quien en aquellos entonces era capaz de contradecir la palabra de los mayores.

El numero 10 estaba echo para aquellos que solo podían expresar tan gran complicidad con el balón y el Diego sabia que lo tenia tatuado en su vida, pero el fútbol también sabe de dolor y fue poco antes del mundial de 1978, el entonces director técnico Cesar Luis Menotti le dio el golpe mas duro en la vida del Diego, donde en una conferencia de prensa tenia que descartar a tres de los veinticinco jugadores que con los que venia trabajando, es ahí donde con una gruesa voz, el volumen mas bajo para respetar el dolor que iba a causar y cumplió con su responsabilidad. Cuando Maradona escucho su nombre le sonó a sentencia de muerte, pero el tenia estilo propio y si hay alguien que no sabe ser hipócrita es el. Nunca aprendió. Dos días después había partido en la liga y el “Pibe” jugo para olvidar, marcando tres goles y no olvido. Nunca olvida.

Pasaron los años y con ellos los triunfos conseguidos. Un titulo mundial juvenil en 1979, 166 partidos y 166 goles en los cuatro años en su Argentino Juniors; 40 partidos, 22 goles y su primer campeonato en Boca Juniors.

Llegaba el momento de pedir la revancha y el fútbol tan bondadoso siempre te da la segunda oportunidad y el lo sabia, a la edad de veintiún años el fue llamado al mundial de España, Siempre con la actitud de salir a morir en la cancha, con sus agujetas desatas y aun a si me es de asombro que tal visión del campo, sus inventos inconcebibles, su técnica depurada como si el balón lo trajera pegado a los pies, y su físico que respondía al desafió del rival, un hombre nacido para el fútbol que había encontrado las condiciones propicias en un país que admira a los talentosos. Tenia la pasión por lo que hacia y el coraje de ser el mejor, pero dirán algunos que la crueldad no es solo para los que saben soñar, también para aquellos grandes que su talento desborda pasiones y fue cuando los marcadores a los que se enfrento contaron con la complicidad arbitral. Otra vez Diego regreso a su casa en un marco familiar donde sepulto su tragedia, pero regreso con la experiencia que faltaba donde un hombre no es un equipo.

La conquista de la vieja Europa se torna en aplausos a su llegada al Barcelona, donde los números no hacen más que hablar de una inadaptación arrojando 22 goles en 36 partidos para las dos temporadas que jugo, para los aficionados solo fue un sueño verlo en la tan complaciente liga española, si alguien me lo preguntase yo diría que perdió el partido con la hepatitis “B” que sufrió y lo obligo al traspaso.

Es gracias a su traspaso a un equipo sin antecedentes en el mapa futbolístico de Italia y sus títulos que no bajaban mas haya de la vista de Roma, parecía que el Nápoles no merecía a semejante genio en sus filas y recibido en San Paolo con un frase de esperanza “Llega el profeta del scudetto”. La flaca historia de su nuevo club agrandaba el desafió; se trataba de revolucionar lo antes visto cambiar la geografía, hacer de aquel club de jugadores acostumbrados a jugar bien y nuca ganar nada, campeones.

Maradona y el Nápoles se enamoraron a primera vista, pero ese noviazgo como todo en su vida nuca fue estable, la ciudad lo uso como bandera de triunfo y el resto de Italia como símbolo de inferioridad del sur: “Nápoles esta al norte de África y Maradona es el más africano de todos”, decían.

Un octavo puesto el primer año, un tercero el segundo y la llegada de un nuevo Mundial, un mundial que la gente nunca olvidara, donde la gente andaba en buscando héroes y faltaron adjetivos para festejar la llegada de un seductor de multitudes, de un guerrero de sutiles armas, de un mago con los trucos en los pies. La bienvenida no se hizo esperar y con los brazos abiertos Méjico 86 fue testigo de una de las copas del mundo mas aplaudidas y de mejor despliegue futbolístico que los hombres han presenciado en la historia del torneo, recuerdo haber leído en alguna revista que cuando Maradona jugo su primer partido en Méjico la prensa lo recibe con las palabras de un palestino de apellido Darwish “Tiene el rostro de un niño o el de un ángel y el cuerpo de un balón de fútbol.”.

Era nada menos que un hombre que a veces parecía muy solo, que apoya la seguridad en las supersticiones y que antes de los grandes partidos bromeaba con todo el que se le ponía enfrente, el jugaba a eso a preocupar al de enfrente y salir jugando con el balón.

Fue Importante en todos los idiomas, el mejor, el campeón, el más grande de todas las canchas. También el peor hombre en toda la tierra y si no, ahí estaba su mano de Dios para demostrarlo. El dormía lo mismo.

En este mundial marca el clímax del mejor vendedor del espectáculo o el holocausto del último genio del fútbol, si los imágenes son bondadosas con lo que se vivió bajo el sol azteca, veremos los números juegan dentro de una cancha, diez segundos es mucho tiempo en la vida de un héroe. Diego Armando Maradona danzo y salio como un bólido, con el balón, el cuerpo y las velocidades, le dio gato por liebre a cinco súbditos del imperio británico y finalmente puso un gol maravilloso en la mente de cada hombre y haciendo el gol mas soñado por cualquier niño que hace del balón su cómplice. En el libro de “Yo soy el Diego”, relata este gol con una historia añeja, donde el hacia el mismo cruce y un camino particular pero al enfrentarse al arquero trato de acomodarse el balón a su pierna buena y no ala de palo como el le llama, este ultimo movimiento había permitido que el arquero le leyera la cabeza que entonces solo pensaba en golpear el balón, el héroe fue otro el gol solo quedo en la garganta de los aficionados en aquella ocasión, pero el no olvida, y en el partido ante los ingleses su instinto nato le llevo a burlar a ese ultimo que años atrás le había quitado la gloria y prefirió solo tocar con un suave gesto de humildad a su compañero que lo había acompañado desde propio terreno hasta la meta de su rival, desbordando el grito de triunfo ese rugido que es encerrado durante el partido hasta que un hombre lo libera esa bestia que se encajona en la palabra gol. Lo vi mil veces, lo he soñado otras mil y no sabría como narrarlo. Diez segundos, diez toques y solo un héroe con el numero 10.

Como un momento hace perder a nuestros héroes y creen que tiene el derecho de robarnos el sueño, el Diego es uno de ellos, con un gol compro al mundo e hizo de la historia parte de su vida, Levanto la copa del mundo con el peso de Argentina en una mano y en la otra la mano de Dios.

En Nápoles ascendió al altar. Dos veces scudetto, una copa de Italia, una UEFA y el escándalo convulsionado de cada temporada. Maradona lo había conseguido, altero el mapa futbolístico de italiano y cada vez atacaba con letras más grandes. En la cancha el mejor en la calle el peor, esa relación que entre el odio y el amor envolvió al Diego durante toda su vida, el periodismo hizo de esta relación el negocio de su vida, durante la semana el Diego vendía por la boca y los domingos por los pies, solo esa visión de desproporción periodística hace de él un jugador mas importante que el juego.

Durante el mundial de Italia 90, italianos y argentinos se enfrentaron en Nápoles para definir a unos de los finalistas del campeonato. El intuitivo hijo de Villa Fiorito puso el enchufe nacional con pocas palabras, “Me fastidia que se pida ayuda a los napolitanos que durante 364 días no son considerados italianos”. La respuesta no se hizo esperar y fue en el mismo sitio donde se recibió al genio, en San Paolo con letras de doble lealtad los anuncios invadieron las calles con las frases de “Maradona en el corazón, Italia en el coro”, “Diego, Nápoles te ama pero Italia es nuestra patria”, tan frías y calidas palabras sacudían a cualquiera que haya visto los letreros. Maradona es tan grande como Italia o al menos para mi, otros cronistas prefieren decir que era casi tan grande como Italia.

Argentina gano, pareciera el holocausto de un ídolo caído, el espectáculo que se vio desde las pantallas de televisión fueron el acopio de un sentimiento que solo podía expresar las mantas que se ubicaron en la concentración argentina, con mas de cien jóvenes agitando una inscripción que decía “Maradona, Milán te odia” y coreaban con la desgana del perdedor, una simple canción “Maradona, figlio di puttana”. Me preocupo el vencedor, que le quedaban todavía tres años de contrato, y una temporada empezando por el sur de Italia y terminando en el norte, jugando un tétrico pim-pon con Maradona por pelota.

La vieja ética

Recuerdo alguna entrevista que le hicieron a Diego Armando Maradona, el platicaba que había un tiempo donde en equivocarse en un pase significaba mucho, y es ahí donde el Diego hizo un pase no muy bueno a Mario Kempes cuando estaba con la albiceleste, el no hizo ni el menor esfuerzo por alcanzarla pero le miro como si le hiciera un favor y dijo “Nene, al pie y si no dedícate a otra cosa”. Hoy en día cuando un futbolista falla el pase por tres metros, su compañero le aplaude o lo motiva con una expresión de la siguiente jugada sale, no vaya a ser que el pasador se deprima.

Otra variante de cómo aquella estética del futbol cuenta Di Stefano en su excelente libro Gracias, vieja”, él cuenta que antes cuando marcaba un penalti, no se festejaba. Daba vergüenza gritar como un loco el aprovechamiento de semejante ventaja.

Para los mas enamorados del fútbol desplegado por la naranja mecánica de Cruyff nos hablaba en su seminario de “Los que juegan fútbol y los que saben enseñar el fútbol”, que antes había dos o tres niños en el pueblos que sabían dominar una pelota y como era tal gusto le dedicaba un tiempo a la semana, para entrenar a un amigo y era lógico ese sistema el niño sin ser considerado un profesional enseño fútbol-verdad, en cambio ahora solo se preocupan por lo que se puede medir y eso solo incluye el estado físico y creen los estudiosos que con decir “Al calentamiento” cumplen una tarea y por ende la calidad va disminuyendo.

Homo ludens

Homo ludens, podemos decir, por tanto, que el juego, en su aspecto formal, es una acción libre ejecutada "como si" y sentida como situada fuera de la vida corriente, pero que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella ningún interés material ni se obtenga en ella provecho alguno, que se ejecuta dentro de un determinado tiempo y un determinado espacio, que se desarrolla en un orden sometido a reglas y que da origen a asociaciones que propenden a rodearse de misterio o a disfrazase para destacarse del mundo habitual.

Futbol y cultura

Homo ludens, podemos decir, por tanto, que el juego, en su aspecto formal, es una acción libre ejecutada "como si" y sentida como situada fuera de la vida corriente, pero que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella ningún interés material ni se obtenga en ella provecho alguno, que se ejecuta dentro de un determinado tiempo y un determinado espacio, que se desarrolla en un orden sometido a reglas y que da origen a asociaciones que propenden a rodearse de misterio o a disfrazase para destacarse del mundo habitual.

A quien sepa mirar profundo, quizá el futbol le descubra verdades ocultas en la maraña social que solo las grandes instituciones populares pueden desvelar.

Sin embargo es un buen gusto intelectual presumir de ignorancia en materia futbolística. Como si el balón fuera a destrozar los delicados jarrones de la cultura.

Si el futbol existe y desde su origen silvestre fue ascendido a ceremonia; si su fuerza centenaria y tiene el poderío integrador de las causas universales; si además, es instrumento callejero de comunicación y expositor de talentos iletrados; si sirve, en fin al nada despreciable proceso de la alegría y la emoción, que el pensamiento sea amplio y no tema de su admisión.

Jugar con los pies respondió a la necesidad lúdica de las civilizaciones lejanas pero Johan Huizinga historiador holandes y su Homo ludens: (el juego), escribió es más viejo que la cultura, pues por mucho que estrechemos el concepto de esta, presupone que la sociedad humana y los animales no han esperado a que el hombre les enseñara a jugar[1].



[1] Johan Huizinga, Homo ludens. España, Emecé Editores, 1972,p. 45.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Historia de la pasion.

En la facilidad de un capaz de ser practicado con una referencia de postes de portería y una pelota; los niños son ellos los que juegan con un balón que solo se parece a un balón, y chocan o se equivocan, se ríen o enfadan, y de todo les sirve para ir ajustando el delicado sistema infantil de comunicación. El futbol les otorga el derecho a todos; egoístas y generosos, valientes y cobardes, exhibicionistas, listos, groseros, violentos o melancólicos. También gordos y flacos no faltaría más. El niño compara y sin saberlo comienza a entenderse a sí mismo. Más aun: hay una estética de juego transmitida por veteranos; unos compañeros que le dan sentido de la palabra ; unos amigos enemigos reglamentarios que civilizan, pero también complacen, al salvaje que todavía son, y hasta hoy poco un poco de injusticia para que se vayan acostumbrando. No hablo de una aula con ardua matemática, si no de una cancha precaria inventada en cualquier parte, con rayas imaginarias y arcos a ras de suelo construidos con camisas acaloradas. Salta el balón y se enzarzan dos ejércitos menudos a quienes nadie dice nada, pero no es ingenua la tarea, puesto a que están aprendiendo a vivir. Las nuevas planificaciones de vivienda comen cada día mas los sueños, con los edificios que no permiten el juego o dominar un balón, sin romper la maseta del vecino, sin molestar al del piso de abajo o finalmente con menores campos para el juego y la selva del asfalto con conductores llenos de estrés y sin precaución, por unos niños que solo tocan un balón.

Antes, la cancha era la única estación no obligatoria de un itinerario vital que completaba la casa con la escuela.

Pero ese mundo nos quedaba pequeño, por lo que un buen día se le pinto un número a la camiseta un balón debajo del brazo y nos fuimos todos juntos a conquistar el barrio que estaba al otro lado de la vida. Nada menos. Es la edad de los proyectos: queremos tener moto, barba y novia. En realidad, solo tenemos bicicleta y hacemos el ruido de la moto con un frutsi atorado en el manubrio de la bicicleta, lo demás tiene peor solución.

Encima los del otro barrio nos ganan por seis a cero y nos desalojan a puñetazos, mientras tanto nos hablan de los sueños de unidad americana; buena idea si no fuera por los del otro lado de la vía. Sin embargo insistimos, y aunque ganar no ganamos poco a poco vamos conociendo a nuestros enemigos; llegamos a confiar en ellos; incluso pensamos en aliarnos.

Crecemos y los mejores de los dos del barrio nos ponemos la camiseta del pueblo y con los mismos sueños que de niños nos vamos a competir contra los pueblos vecinos.

Como hay gente que mira, el futbol asciende a espectáculo, pero el juego conserva la condición de arte y conflicto.

Los que salimos al juego o a escena abrimos el partido para que el público vea lo que hay dentro: a veces hay fiesta otras batalla; en ocasiones vuelan botellas.

Los que miran se involucran, juegan por delegación y con una obstinación que los hombres no ponemos en situaciones importantes. Quizá por que la pasión hace bajar la guardia educativa; quizá por lo adulto, lo serio y civilizado tiene que ver con lo venidero o próximo a un tiempo lejano, el futbol nos da el tiempo de manotear, gritar o por que se activa nuestro atávico espíritu combativo o por que la autoridad se deja insultar ¡Qué sé yo¡ .

¿Quien sabe del futbol?

Jacques Thibert, editorialista de la prestigiosa revista France Football, dice que el futbol <<>>. Perfecta indefinición.

Saber de futbol ¿y eso que es? Nada. El futbol admite demasiadas verdades como para pretender tener razón, y además ya advirtió Borges que tener razón es una impertinencia. Acaso convenga empezar desde atrás intentando contestar ¿Qué es el futbol? A un con sus roñas y extravíos, para mi antes que nada y en esencia es un juego. Por lo tanto se trata de algo serio.

Se juega como se vive, somos como jugamos y el futbol es el juego que elegimos.

Niños descalzos en cualquier arrabal de la América nuestra, niños can zapatos deportivos en la Europa rica. Donde salta un balón se implica hasta el alma de un hombre en un proyecto. Corren, y desde la misma pinta sugieren una realidad. En algún sitio, !que dolor¡ la pelota se parece a una pancita inflada por el hambre; en otro lugar, ¡que idiotez¡ , el balón es como el mundo que se puede dominar.

Para algunos los sueños son un momento de libertad, dice el pibe que hace de este ensayo, una inspiración del deporte que más me gusta y practico actualmente, “Cada sueño antes del partido es el preámbulo de la jugada antes del gol.”Todos los equipos iniciando la contiendas deportivas hacen un diagnostico de las posibilidades, que tienen para conseguir el campeonato, pero eso no les quita a los jugadores el hecho de realizar cada partido con el objetivo de ser ganador, ser aquel que anota en el último minuto dando el triunfo a su equipo.