Le doy vueltas al tema y concluyo que aunque en la teoría pudiera parecer atractiva la propuesta de sancionar económicamente a los silbantes cada vez que se equivoquen, en la práctica produciría una presión adicional para el árbitro, que ya de por sí ve mermados sus ingresos cuando sus desempeños irregulares impiden que sean considerados para futuros encuentros.
Si se llegara a castigar a un silbante de esta forma, lo mismo tendría que aplicar para delanteros, arqueros y hasta para los técnicos. En un juego como el futbol, los errores no se podrán erradicar.
En pocas palabras, considero que la idea de Vergara no aplica.
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