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miércoles, 25 de mayo de 2011

Celestilandia

No podía haber un final más ad hoc para una nueva caricatura producida por Guillermo Álvarez, con guión de Víctor Garcés y actuada por los ‘once enanos’ celestes. Si por que en ésta historia no es suficiente uno, dos o siete personajes, aquí todos quieren participar, nadie se quiere quedar fuera de la película ‘Fracaso XL’ (más repetitiva que una cinta de Scream). Y no les basta que cada seis meses hagan una novela distinta, por cierto, siempre con los mismos penosos fracasos en taquilla.
Bienvenidos a Celestilandia, la tierra del nunca jamás, de los enanos que sólo aspiran… a ser más enanos. ¡Crezcan, maduren! Gritan los dueños, pero cómo se atreven ésos personajes a pedir semejante barrabasada, si ellos de pulgas jamás pasarán.
La dirección exacta de Celestilandia se encuentra por ahí de La Noria, a unos pasos del Panteón de Xochimilco, sitio donde quedaron enterradas las viejas glorias de una historia fantástica que cada vez se olvida más. Ya ven que los diarios antiguos son más difíciles de encontrar.
Pobre Superman, ver a los nuevos superhéroes que viven en el lugar donde él se hizo leyenda le ha de causar nauseas y verdadero asco. Hace unos días su aprendiz tuvo a bien usar el sweater que en algún momento portó. Pobre, su ropa le queda tan, pero tan grande.
Y es que cuando todos, aficionados o no aficionados, creen que Cruz Azul ha hecho todo lo humanamente posible por sorprendernos, redactan el guión más ridículo, vergonzoso e inverosímil jamás escrito.
Pero eso si, bendito cuadro cementero que siempre nos regala algo nuevo. Total, no ganan títulos, pierden finales, se trompean a la gente o tiran cabezazos pero nunca, nunca nos dejan sin algo que platicar.
Como decíamos en un principio, qué final se podía esperar si no el que vivió la nación celeste contra Monarcas. Imagínense, si quien debe poner el ejemplo es exhibido con fraudes de dimensiones mayúsculas para qué está la cosa. Qué pueden exigir y con qué cara deben hacerlo. Hoy más que nunca, esos personajes que tanto daño le han hecho al equipo deben largarse.
De verdad, vaya karma el que cargan. Uno piensa y se pregunta qué están pagando y qué hicieron para estar como están. A nadie se le desea ningún mal y aunque parezca lo contrario, ojalá le vaya bien a la familia Álvarez y la familia Garcés. Pero por favor, lejos, muy lejos de La Noria. Su circo de pulgas ya no divierte, ya no emociona. Es un fracaso y una aberración.
Y a los actores de todo esto. A veces está de más pedir que tengan sangre en lugar de atole en las venas. Que en lugar de cabecear la frente de alguien, cabecearan el balón hacia la red. Que en lugar de patear por la espalda, corran más, más fuerte, y con más corazón. De qué sirve hacer un gran casting cuando en la película te queda grande el protagónico. Para qué tener un tremendo currículum si te vas a asustar en las escenas de acción.
La playera celeste es un auténtico saco de cemento. Pesa tanto que de un tiempo para acá aplasta a quien la porta. Y si encima se la ponen enanos contratados por pulgas, la historia termina con el final de siempre.
Bienvenidos a Celestilandia, el parque de diversiones donde todos se burlan y se ríen de un fracaso llamado Cruz Azul. Incluso, hasta sus propios aficionados.

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