Que una relación pase de lo pacífico a lo tormentoso en el Guadalajara se ha convertido en un fenómeno habitual. Jorge Vergara es de esos personajes que nunca aceptan renunciar a la máxima toma de decisiones y que se mantiene bajo una misma conducta sin que importe mayormente la percepción generalizada. El propietario rojiblanco no está dispuesto a compartir el poder más que con su esposa y socia Angélica Fuentes.
Cada que se da una ruptura al interior del seno tapatío, emergen numerosas voces fastidiadas por la esencia dictatorial de Vergara. Inobjetable es que el dueño del Rebaño se conduce en una línea que parece atentar con frecuencia contra los verdaderos intereses del club, pero no menos real es que todos aquellos personajes que han desfilado por la entidad conocían de antemano la manera en que ahí se trabaja, y que nadie los forzó a tomar la decisión de incorporarse a una estructura organizacional de ese tipo.
La abrupta salida de Rafael Lebrija se esperaba desde el momento mismo de su arribo. Entre el ex directivo del Toluca y el hombre del dinero en Guadalajara existen semejanzas que los vuelven antagonistas por naturaleza. A ambos les agrada el escaparate mediático; a ambos, les seduce la idea de aparecer como piezas incluso más importantes que aquellas que se entregan cada partido sobre el rectángulo verde.
El error más notable de Vergara ha sido el de taparse los ojos para negar su propia naturaleza. El también accionista mayoritario de Omnilife ha incurrido en decisiones innecesarias, mismas que suelen derivar en facturas que restan credibilidad a su proyecto. En fechas recientes, Jorge quiso olvidar su manera de pensar y contrató a Raúl Arias como técnico. El resultado fue un despido prácticamente inmediato y numerosos cuestionamientos por morderse la lengua con un estratega de ese estilo. Acto seguido, se hizo de los servicios de un directivo exitoso y conocedor, pero que no cabía, por los propios principios de Vergara, en el organigrama del club. Una vez más, la conclusión fue un despido y la inconformidad ya conocida de los aficionados por tener un dueño corajudo, explosivo y egoísta.
Hoy Chivas es mucho más que en aquellos años oscuros de la Promotora. Polémico o no, el propio Vergara tendría que demostrar suficiente conocimiento de sí mismo para concluir que determinados personajes no caben y que él encabeza un proyecto cuestionable, pero que ha situado al Guadalajara en una posición digna de generar envidia en su más acérrimo rival. El modo Vergara es así…él mismo tendría que entenderlo.
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