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viernes, 22 de enero de 2010

Posición en juego.




En el arco

Guillermo Ochoa ratificó que ha dejado de ser un cancerbero que marque diferencia. El golero de las Águilas fue incapaz de convertirse en el arma perfecta para que América se clasificara a la Libertadores. Los grandes porteros son aquellos que ganan partidos por sí mismos. Ochoa ha dejado de hacerlo y ve cómo su momento de plenitud futbolística se le escapa de las manos. Aún así, gracias al poder de su imagen, no se ve por dónde pudieran quitarle el puesto como titular en el Tri.

Inútil defensa

Bauer y Jesús Ramírez ya no saben ni qué decir. Escuchar al presidente de las Águilas asegurando que la lección servirá para madurar y que el objetivo de ganar la liga se mantiene no es más que un terreno obvio y sencillo. La postura en Coapa es irresponsable, tan simple como buscar el borrón y cuenta nueva. En el país de no pasa nada, la mediocridad de América no sorprende a nadie, ni siquiera a sus aficionados.

El punto central

De la crisis americanista está en la mala elección de jugadores y técnico. El equipo de Coapa se acostumbró a depender de un solo jugador. Hoy que ese jugador está inconforme con un técnico timorato y medroso, las cuentas positivas no llegan y las decepciones inundan el corazón azulcrema.

Al ataque

Pese a lo enclenque de su figura, América promete luchar por el título en el Bicenteario 2010. Incluso consiguiéndolo, el aficionado debe tener claro que este equipo dista mucho de lo que indica su esencia. El América se ha traicionado a sí mismo. Se ha perdido en el camino y navega como un barco que lo mismo gana de casualidad que se hunde en aguas negras.

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