Confundir los deseos de dar continuidad a un proyecto con una actitud terca y dañina para una institución se ha convertido en la más grave irresponsabilidad de la directiva encabezada por Santiago Martínez. Que se busque mantener la cabeza fría en los momentos de adversidad resulta plausible en un entorno tan explosivo como el nuestro. Sin embargo, lo meritorio del propósito colisiona en cuanto la persona a la que se desea respaldar adopta una actitud prepotente, dañina y que ofende a los aficionados.
Los hombres de pantalón largo de la entidad felina, en ese afán por actuar con cautela y espíritu analítico, han permitido que un técnico sobrado y prepotente le falte al respeto a la afición, divida el vestidor a partir de preferencias personales y hasta que haga menos a la institución, dando a entender que todos son culpables menos él. Si al líder de un grupo de jugadores se le permiten este tipo de actitudes, es obvio pensar que cualquier reproche hacia el desempeño individual de un futbolista puede ser menospreciado por éste, pues hace falta que alguien de arriba predique con el ejemplo.
Tigres siempre ha contado con el apoyo de su afición. No importa si, como dice el “Travieso”, nada más va a sentarse y a tomarse cerveza. Los fieles asistentes al estadio pagan un boleto y lo menos que pueden exigir, sobre todo cuando no se respeta su dinero sobre el rectángulo verde, es la inmediata destitución de uno de los muchos estrategas con nula preparación para hablar frente a los medios de comunicación. Después de lo dicho por Guzmán, cualquier seguidor puede sentirse con derecho de encararlo y recriminarle porque “nada más va a sentarse, a perder y a ganar una muy buena cantidad de dinero”.
Una directiva con total conocimiento de sus consumidores comprendería que el proceso de Guzmán está liquidado. El todavía técnico de los de San Nicolás de los Garza ha despotricado contra todos, menos contra él mismo. La ecuanimidad mal encaminada puede transformarse con pasmosa facilidad en estupidez. Si de verdad son amigos Santiago Martínez y el “Travieso”, el segundo tendría que hacerle más llevadero el camino al primero y renunciar, pero es demasiado pedir un acto de ese tipo para alguien tan malagradecido como el otrora técnico de Santos.
El futbol ha sido demasiado cruel con la afición felina. Los seguidores de los malogrados Tigres no sólo aguantan estoicamente los años de frustraciones, también escuchan el cántico inagotable de éxito de su acérrimo rival. Por esa paciencia y amor a su escuadra, lo mínimo indispensable es que se Guzmán se vaya por la puerta de atrás. Si se da el cambio de técnico, no necesariamente se mejorará sobre el rectángulo verde, pero al menos se dará a entender que existe un ligero grado de respeto hacia los fanáticos de una causa que para muchos parece perdida.
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