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sábado, 20 de marzo de 2010

El arco tricolor


El escenario del duelo amistoso entre la Selección Mexicana y Corea del Norte produjo condiciones propicias para retomar el tema de la abrupta salida de Oswaldo Sánchez de la Selección Mexicana. Quienes lo extrañan apelan a la necesidad de contar con alguien experimentado; quienes lo cuestionan, se limitan a recordar el “pequeño” detalle de haber sido una de las piezas que mayor división provocaron en el seno tricolor.
La discusión resulta un tanto ociosa. Desde su llegada, Javier Aguirre decidió que el ex arquero de las Chivas Rayadas no formaba parte de su proyecto. Con razón o no, el “Vasco” entendió que el aporte futbolístico de Sánchez no era suficiente como para seguir alimentando la grilla. Los resultados dan la razón al estratega nacional y no se percibe en el presente una necesidad apremiante por realizar modificaciones bajo los tres postes.
La portería verde, sin embargo, requiere trabajar a marchas forzadas para conseguir que Guillermo Ochoa, Luis Ernesto  Michel y el tercero en discordia pasen de ser destacados arqueros en sus clubes a piezas capaces de resolver un partido a favor de la representación nacional. En la memoria reciente, no hay más que un partido realmente destacado del cancerbero americanista con el Tri, mientras que Michel y Orozco, ante la debacle de Jesús Corona, apenas inician su andar con la Selección.
Pese a que el arco ha sido una de las contadas fortalezas históricas del futbol mexicano, debe reconocerse que no existe una certeza clara respecto al nivel que mostrarán los goleros nacionales en la máxima justa balompédica del orbe. Incluso vale la pena recordar que el propio Oswaldo Sánchez rara vez marcó diferencia enfundado en la camiseta del equipo de más de cien millones de mexicanos.
Sabemos de antemano que Aguirre se la va a jugar con Ochoa, elemento insustituible más por su imán con las marcas que por una marcada superioridad con respecto a Michel. La prueba de oro, fundamental de acuerdo al físico de nuestros contrincantes en la Copa del Mundo, serán las jugadas a balón parado, eterna pesadilla de Paco Memo en su todavía corta trayectoria profesional.
A todos queda claro, salvo que se incurra en un profundo acto de terquedad, que el tiempo de Oswaldo en la Selección ha concluido. Los que apenas comienzan, hemos de reconocerlo, navegan en la medianía con el equipo verde y tendrán que aprovechar los cotejos de Sudáfrica 2010 para que la afición y el técnico los consideren tan indispensables como lo fue Jorge Campos durante largos años.

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