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miércoles, 25 de abril de 2012

Leo Messi fue vencido por sus propias desiciones


Barcelona 2 2 Chelsea - Champions League 2012... por AndySanLorenzoTV

El FC Barcelona no ha podido cambiar un guión que tendía hacia lo dramático desde hace una semana y que el sábado ya tomó tintes trágicos. Otra vez, como hace seis días, se ha vuelto a quedar a unos pocos centímetros de darle la vuelta a la eliminatoria. Y peor aún, lo tuvo en las manos, dos veces, una real, otra virtual, y en ambas ocasiones fue incapaz de rematar la conquista.
Di Matteo escogió a los mismos once soldados que habían vencido en Stamford Bridge y el Chelsea FC hizo justo lo que se esperaba de él. Defender con diez hombres y utilizar a Didier Drogba como faro y lanzadera. Pep Guardiola, por su parte, cambió el guion: eligió un 3-4-3 sin Alves, del que prescindió en su rol de extremo, minimizado ante el uno para dos que se le presenta con estrategias como la de los blues. Volvió Piqué, perfecto en su misión de arrancar rompiendo líneas hasta que tuvo que dejar el campo tras quedar sembrado en el césped en un choque con Valdés.
La película arrancó con los dos equipos totalmente metidos en su papel desde el primer minuto. El Barça fue tomándole el ritmo al asedio poco a poco, metiendo cada vez más aceleraciones y balones interiores, aunque sólo hizo un único tiro entre los tres palos en media hora. Hasta que al fin alguien encontró un desequilibrio: Alves lanzó a Cuenca hasta la cocina y el pase de la muerte lo embocó a puerta Busquets, un protagonista inesperado haciendo aparición en el momento adecuado. Y de repente, todo se puso de cara al Barça.
Sólo un minuto después del gol, Terry se fue a la calle por una cobarde e infantil agresión a Alexis Sánchez. El Camp Nou entró en erupción y el Chelsea, huérfano, tembló, se resquebrajó y volvió a besar la lona con el tanto de Iniesta a pase de Messi. Dos a cero, contra diez hombres y el descanso a sólo unos segundos. Pero ocurrió otra vez. Igual que en Stamford Bridge, un terrible error condenó al Barça. Mascherano se excedió intentando adelantarse a Lampard en una salida absurda, no recuperó la pelota, perdió la posición y dejó una brecha por la que el inglés mandó a Ramires a meter un auténtico golazo de vaselina. Una vez más, en el descuento del primer tiempo. Cómo cambian las cosas de irse al vestuario clasificado a llegar eliminado...
A pesar de todo, sólo un par de minutos tras la reanudación, cuando los que rezan aún no habían terminado sus plegarias, el Barça dispuso de una ocasión inmejorable para volver a ponerse en ventaja gracias a un dudoso penalti sobre Cesc, de esos que en Champions te pueden conceder en casa pero nunca como visitante. Pero Lionel Messi, el héroe de las mil hazañas, el niño idolatrado como un semidiós, volvió a sufrir la incomprensible fatalidad de esos inabarcables centímetros. Su lanzamiento se estrelló en el larguero y con él volaron buena parte de las esperanzas culés.
El Barça acusó el golpe, Messi especialmente, y le tomó su tiempo despertar y recuperar el ritmo. Capitalizó el control de la pelota, intentó no perder los nervios, moverse de un flanco a otro, estirando el campo, entrando por dentro y por fuera, pero en la media hora siguiente apenas logró rematar con peligro una vez, un disparo de Cuenca que sacó Cech, nuevamente providencial. En los quince últimos minutos el asedio fue total, con Keita en el campo a lo Alexanco. Messi, aun sufriendo una verdadera hemorragia emocional, no se fue a lamerse las heridas a ningún lado. Pidió el balón una y otra vez, lo intentó de todos los modos posibles y, como si las parcas aún quisieran divertirse un poco más aumentando su sufrimiento, en una ocasión que se forjó por sus propios medios, el balón volvió a ser repelido por el poste.
Y cuando los 180 minutos de la eliminatoria ya expiraban, cuarenta y siete disparos blaugranas después, trece de ellos entre los tres palos, cuatro estrellados en la madera, el que acabó encontrando el gol fue el Chelsea, gracias a un mano a mano ante Valdés que no desaprovechó Torres. El minuto final sirvió para que el Camp Nou hiciera una inequívoca declaración: dejaron perfectamente claro que, pese a los dos dolorosos golpes sufridos en apenas tres días, están a muerte con este equipo y, más concretamente, con el estilo de juego y la filosofía futbolística desarrollada en los últimos años. Una afición a la que siempre se acusa de frialdad demostró en esta aciaga ocasión una gran madurez.
El Pep Team no ganará ni la Liga ni la Champions de 2012. Dentro de poco sabremos si estamos ante el fin de una era o si a esta magna obra aún le queda un último capítulo, el del intento de recuperación del trono perdido. Todo dependerá de la decisión de Guardiola. Lo que queda de curso futbolístico debe servir para recuperar el ánimo y la confianza con los que competir lo mejor posible con la final de la Copa del Rey contra el Athletic Club como horizonte final.

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