El América ha terminado por acostumbrarse a señalar a la mala suerte como la principal responsable de la inconsistencia en que navega a últimas fechas. Ante la incapacidad ofensiva y el tedioso estilo de juego que despliegan sobre la cancha, las Águilas acuden con recurrencia a recordar la agresión a Cabañas y las lesiones de unos cuantos jugadores para justificarse y encontrar un resquicio que permita aplazar la entrega de alegrías a los aficionados, esos que no pueden postergar el pago de un boleto para acudir al estadio.
A partir de la deleznable agresión a Salvador Cabañas, Jesús Ramírez se ha encargado de dar a entender que, indirectamente, el “JJ” es no sólo culpable de haber atentado contra un ser humano, acto que merece un castigo ejemplar, sino también del mal andar futbolístico de la escuadra azulcrema. Incuestionable resulta lo mucho que aportaba el jugador paraguayo al equipo, pero cuando una escuadra se hunde a partir de la ausencia de un miembro de su conjunto es porque directiva y cuerpo técnico han hecho un trabajo deficiente e inadecuado.Daniel Montenegro y Enrique Esqueda, entre otros elementos americanistas, se han quejado amargamente de las ausencias y las lesiones. Como respuesta a su infortunio, es necesario apuntar con absoluta contundencia a la dirección deportiva y al propio cuerpo técnico, cuya labor a lo largo de la pretemporada resultó absolutamente insatisfactoria, al grado de convertir la banca americanista en una larga lista de nombres desconocidos y que, en una gran mayoría, no se encuentran listos para incursionar al rectángulo verde. Menos aún cuando a estos jóvenes se les solicita cumplir con la responsabilidad que anteriormente correspondía a Cabañas.
Al realizar un breve viaje al pasado, justo a los días previos al inicio del Bicentenario 2010, recordamos aficionados escépticos y desencantados. La parcialidad azulcrema sabía que su equipo, una vez más y como desde hace varios años, iba a depender de un solo elemento. Por más que ordiales, Bauer y compañía lucharon por convencer a sus seguidores de la conveniencia de contratar a Layún y Sandoval, los fanáticos de las Águilas mantuvieron su rechazo y se limitaron a apoyar bajo el pobre consuelo de saber que en el futbol mexicano cualquiera puede aspirar al título.
La exigencia para una de las instituciones más importantes del balompié nacional siempre debe ser la misma. Por lamentable que resulte la actual situación de Salvador Cabañas, no puede olvidarse la jerarquía del club. Por contratar mal, a no tan bajo costo y con intereses de por medio, América está hundido , y ni la ausencia de Cabañas es suficiente para solventar las malas decisiones a nivel cuerpo técnico y directiva.
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