Mucha razón tiene Alejandro Irarragorri al asegurar que Rick Parry no es Superman. Para cambiar al futbol mexicano se requiere de algo más que un asesor ajeno al contaminado entorno nacional. Imposible dudar de la utilidad de su visita, pero incluso en este punto debe señalarse que no hay nada más valioso que un consejero que se atreva a cuestionar realmente los problemas de una empresa y no uno que esquiva cualquier tipo de crítica con tal de quedar bien con quienes lo invitaron. Periódicamente, emergen nombres que prometen revolucionar nuestro balompié. Griffa, Humberto Grondona, Eriksson, Parry… El cambio no se ha dado, y ellos no tienen la culpa, sino nosotros, que decimos querer cambiar y no hacemos ni el mínimo esfuerzo serio por lograrlo.
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