Rafael Márquez se ha convertido en el más claro reflejo del futbolista mexicano. Con la mano en la cintura y sin más preparación que la experiencia obtenida como jugador (punto envidiable más no indispensable para manejar con acierto una organización), el hoy jugador del New York Red Bull arremete contra Néstor de la Torre y hasta contra Javier Aguirre, a quien ahora cuestiona por haberle retirado la capitanía durante algunos partidos.
Si ya de por sí los cuestionamientos son objeto de polémica, su intención de asumir todo el poder del futbol mexicano para transformarlo nos hace ver que su carrera como jugador va en franco declive, que es incapaz de aceptar la deuda pendiente con la Selección Mexicana y que está indispuesto a manejarse bajo cualquier otra regulación que no sea la suya.
Recordemos la época en que él y Oswaldo encabezaban el grupo que saboteaba a Hugo, aquellos tiempos en que no querían a Cuauhtémoc, sus típicas justificaciones para la derrota, las promesas incumplidas… demasiados elementos para advertir que hoy Márquez hace mucho más mal que bien a la Selección Mexicana. Por eso y porque además no quiere estar, no debe volver a ser llamado al cuadro tricolor.
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