Eso tiene que ver con lo mal relatado que está el fútbol, y este es el mejor sitio para decirlo porque están presentes todos aquellos que nos sirven en bandeja el gran relato del fútbol.
lunes, 1 de mayo de 2017
Lo imposible para el Real Madrid, la eternidad para el Atlético
Este martes comienza en Chamartín el cuarto duelo entre estos dos equipos en las últimas cuatro ediciones de la Champions. Siempre salió triunfador el Madrid, dos títulos y un acceso a la ronda que se disputa esta vez, pero ni a unos ni a otros les hace demasiada gracia verse con tanta frecuencia, especialmente a los rojiblancos, escaldados en todos los precedentes.
«Vamos a hacer algo nuevo, lo vamos a intentar», insinuó Zidane, aunque más allá de la presencia de Isco en el lugar del lesionado Bale no se intuyen grandes cambios en el Madrid. «Tengo clarísimo quién va a jugar de lateral... o carrilero», soltó así, como quien no quiere la cosa, Simeone, insinuando la misma novedad que su rival. Tampoco parece probable, sin embargo, que el Atlético mueva su esquema habitual. Sin embargo, ambas frases forman parte del choque psicológico que ya se empezó a jugar hace días entre ambos.
«Era lo que entendíamos que era mejor para este partido», respondió el Cholo cuando le preguntaron por qué hace dos años, en cuartos de final, no quiso entrenar ni dar su rueda de prensa en el Bernabéu y esta vez sí. Zidane, por su parte, también quiso quitar de la cabeza a los suyos que los precedentes, muy favorables, les vayan a ayudar en nada para este doble enfrentamiento en busca de la final de Cardiff.
Sin embargo, ambos técnicos hablaron de los detalles, de los primeros minutos del partido, de los errores... Zidane lo dijo abiertamente: «Queremos ganar el partido... bueno, y mantener la portería a cero». Eso, no encajar, se ha convertido en una obsesión en los dos banquillos. El Madrid tiene más o menos claro en su fuero interno que el Atlético les va a marcar en la ida. Curiosamente, el Atlético tiene más o menos igual de claro que el Madrid va a marcar en la vuelta. En esa paradoja del miedo se desenvuelve una eliminatoria donde ambos clubes buscan su particular reto. Los blancos asaltan el sueño de repetir título por primera vez en la historia de la Champions y lo hacen agarrados a Cristiano Ronaldo, descorchado para la competición con cinco goles en cuartos de final frente a todo un Bayern de Múnich, y con la fuerza de su banquillo, del que pueden salir Asensio, Lucas, James o Morata. Otro de sus argumentos, cómo no, es la racha, descomunal, de 58 partidos anotando, al menos, un gol. Con esa premisa, es difícil imaginar un buen escenario para el Atlético.
Sin embargo, los rojiblancos también acumulan motivos para la esperanza. Frente a esa racha de derrotas, siempre en Champions, y analizando los números tras la final de Lisboa, el Atlético se ha enfrentado en 13 ocasiones ante el Real Madrid, y entre las victorias (cinco) y los empates (otros cinco) sólo ha salido derrotado en tres ocasiones. Eso sí, son las dos finales y los cuartos de final de esta competición. ¿Dolor? No para Gabi. En el discurso del capitán, un hilo conductor: fuera los sentimientos, dentro el aspecto mental. «Tenemos que controlar las emociones. No me hace especial ilusión jugar contra el Real Madrid, lo que quiero es ganar la Champions. Tenemos que tener las emociones controladas para hacer el partido perfecto. No se puede hacer nada con el corazón, tenemos que trabajar el partido», decía.
El Atlético lleva 141 días, desde el pasado 12 de diciembre en Villarreal, sin perder como visitante. Son ocho victorias y seis empates, entre ellos el de hace unos días en el Bernabéu, en Liga, un resultado que firmaría toda la expedición atlética, que vive pendiente de si Carrasco está lo suficientemente recuperado como para ser titular o será Gaitán quien complete el centro del campo. Simeone espera «unos primeros minutos con mucha presión de su parte, con el público, con el ambiente» y, ante eso, «cabeza fría y llevar el partido a donde nos interesa». ¿Qué ocurrirá si uno de los dos marca pronto? Eso lo desvelará una noche que no termina hoy, pero parece claro que locuras, lo que se dice locuras, pocas.
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