La realidad de los clásicos disputados hasta el momento, dos en la temporada, ha echado por tierra el discurso pobre y chato del resultadismo más radical. Sucede que, según parece por el tono de las portadas dedicadas a José Mourinho, no todo se resume a la matemática final.
Cronología, titulares, modelos tácticos y consecuencias formales han llevado a aceptar lo que desde siempre defendemos: el resultado importa menos que el modo para conseguirlo. Todos concluyen, en este sentido, que el Real Madrid ha dado su mejor versión cuando ataca – ¡vaya descubrimiento!- que cuando elige encriptarse en los temores de su entrenador.
La otra enorme y triste conclusión es que el equipo dirigido por The Special Mou, ha ido al frente -contra el Barcelona sólo sintiéndose perdido no como argumento para ganar- y sin otro remedio que jugar ofensivamente o, mejor dicho, presionar más arriba. Así pues, escogiendo el cero en su portería en cada inicio eliminatorio, finalmente José Mourinho no fue capaz de conseguirlo ni de dar una imagen de grandeza que, sólo ahora, le reclaman los oportunistas.
Sin embargo, y desde esta humilde óptica, hemos venido machacando sobre la idea y el mensaje: la excelencia debe ser el objetivo de los grandes. Todo lo demás es anecdótico y tanto Real Madrid como Barcelona están destinados a trascender los tiempos. Este Madrid también lo hará, pero de forma diferente: Pepe es el gran símbolo, lamentablemente, del estilo escogido, ya fuera de dudas y de cualquier campaña organizada para minimizar al FC Barcelona. Quienes lo hicieron han caído en el ridículo y también traspasarán los límites de la memoria, siendo de dudosa ética la calidad del legado.
La otra enorme y triste conclusión es que el equipo dirigido por The Special Mou, ha ido al frente -contra el Barcelona sólo sintiéndose perdido no como argumento para ganar- y sin otro remedio que jugar ofensivamente o, mejor dicho, presionar más arriba. Así pues, escogiendo el cero en su portería en cada inicio eliminatorio, finalmente José Mourinho no fue capaz de conseguirlo ni de dar una imagen de grandeza que, sólo ahora, le reclaman los oportunistas.
Sin embargo, y desde esta humilde óptica, hemos venido machacando sobre la idea y el mensaje: la excelencia debe ser el objetivo de los grandes. Todo lo demás es anecdótico y tanto Real Madrid como Barcelona están destinados a trascender los tiempos. Este Madrid también lo hará, pero de forma diferente: Pepe es el gran símbolo, lamentablemente, del estilo escogido, ya fuera de dudas y de cualquier campaña organizada para minimizar al FC Barcelona. Quienes lo hicieron han caído en el ridículo y también traspasarán los límites de la memoria, siendo de dudosa ética la calidad del legado.
Expuesto lo anterior, preguntamos: ¿está perdido el Real Madrid en el Camp Nou? Y respondemos: quien lo crea cometerá un grave error. Los merengues deberán salir a matar o morir desde el inicio porque, de lo contrario, perderán seguro y dejarán una imagen de pobreza insoportable para su afición. Además, Mourinho –que juega para su satisfacción personal- quedará herido de muerte -se habla que dejará el club en junio-.
También es honesto afirmar, a su vez, que el portugués ha sido siempre el mismo, y quienes quieren culpar a Hamit Altintop y Ricardo Carvalho del 1-2 en el Santiago Bernabéu, vuelven a caer en al facilismo irresponsable. El problema, creemos, fue no morir de pie ni intentar siquiera tener el balón, redundar en Pepe como mediocentro, no dejar a uno de los centrales presionar arriba, fundamentarse en Fabio Coentrao para detener a Alves, hacer jugar a Cristiano Ronaldo y Karim Benzema como dos carrileros defensivos y, por supuesto, no tener otro plan. En resumen, no son los nombres sino la escasa respuesta colectiva porque el discurso de Mou despierta dudas entre sus dirigidos españoles, acostumbrados a ganar todo de manera diferente.
Dicho esto, desde que Mourinho se dedica a entrenar, nunca hemos visto que sus equipos dominen desde la posesión y el control de juego -en duelos de relieve-. En este sentido, auguramos que los blancos aspirarán dejar caer el peso físico en la salida de balón del Barça y si los culés se equivocan en la circulación, el Madrid puede golpear primero, dar mejor imagen pero volver eliminado. ¿Por qué? Nadie es capaz sustentar su razón de ser en el despliegue físico permanente. Por el contrario, si lograra tener la pelota y jugar ataques largos, las posibilidades aumentarían.
También es honesto afirmar, a su vez, que el portugués ha sido siempre el mismo, y quienes quieren culpar a Hamit Altintop y Ricardo Carvalho del 1-2 en el Santiago Bernabéu, vuelven a caer en al facilismo irresponsable. El problema, creemos, fue no morir de pie ni intentar siquiera tener el balón, redundar en Pepe como mediocentro, no dejar a uno de los centrales presionar arriba, fundamentarse en Fabio Coentrao para detener a Alves, hacer jugar a Cristiano Ronaldo y Karim Benzema como dos carrileros defensivos y, por supuesto, no tener otro plan. En resumen, no son los nombres sino la escasa respuesta colectiva porque el discurso de Mou despierta dudas entre sus dirigidos españoles, acostumbrados a ganar todo de manera diferente.
Dicho esto, desde que Mourinho se dedica a entrenar, nunca hemos visto que sus equipos dominen desde la posesión y el control de juego -en duelos de relieve-. En este sentido, auguramos que los blancos aspirarán dejar caer el peso físico en la salida de balón del Barça y si los culés se equivocan en la circulación, el Madrid puede golpear primero, dar mejor imagen pero volver eliminado. ¿Por qué? Nadie es capaz sustentar su razón de ser en el despliegue físico permanente. Por el contrario, si lograra tener la pelota y jugar ataques largos, las posibilidades aumentarían.
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